Joludi Blog

Abr 16
El cuco sobrevuela Vía Mercanti.
Italia es un país de inventores y creadores, de eso no cabe ninguna duda. Desde Leonardo a Marconi, pasando por una interminable legión de creadores e innovadores en el mundo del diseño y la tecnología. Los italianos...

El cuco sobrevuela Vía Mercanti.

Italia es un país de inventores y creadores, de eso no cabe ninguna duda. Desde Leonardo a Marconi, pasando por una interminable legión de creadores e innovadores en el mundo del diseño y la tecnología. Los italianos pueden estar orgullosos de todos ellos.

Pero hay al menos dos inventos italianos que son más que discutibles.

Uno de ellos es la técnica militar del bombardeo, que fue experimentada, por primera vez en el mundo, por el ejército italiano. Fue en Libia, en Noviembre de 1911, a cargo del teniente Giulio Gavotti. Una triste primicia. Mussolini estaba encantado con esta gracia. Al igual que los ideólogos fascistas, imbuidos de la estética de Marinetti. ¡Ah qué sublime y moderno el despliegue de individualidad y poder el del aviador que asciende en solitario a los cielos para descargar implacable su equipaje de higiénica muerte y destrucción renovadora! D'Annunzio incluso escribió una oda en homenaje a la hazaña de Gavotti: “S'ode in cielo un sibilo di bombe, passa nel cielo un pallido avvoltoio…" 

Otra primicia italiana, quizá no menos triste y destructiva, aunque no de una forma tan obvia, es la técnica del electroshock, que fue introducida en la praxis psiquiátrica internacional a partir de los trabajos del doctor Ugo Cerletti, en 1938.

Cerletti había experimentado previamente con cerdos, en un matadero de Roma. Había observado sorprendido que los animales sobrevivían algunos segundos después de haber recibido fuertes dosis de electricidad en sus cabezas, sin aparente daño cerebral. Esto le sugirió la idea de probar con personas.

El primer paciente humano que experimentó el electroshock, a manos del tal Urletti, fue precisamente un ingeniero de Milán afectado de esquizofrenia. Tal vez por pura casualidad, este hombre mejoró muchísimo tras el tratamiento eléctrico y esto dio pie al al nacimiento de una técnica psiquiátrica extremadamente controvertida que aún hoy reciben millones de enfermos en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos.

Hay muchos grupos de derechos humanos que luchan para abolir esta barbarie del electroshock, que en la mayor parte de los casos destroza el cerebro del paciente y constituye una flagrante violación de sus legítimos derechos.

Estos días, en Milán, he podido visitar una gran exposición promovida por diversas organizaciones cívicas internacionales, orientada a denunciar enérgicamente no sólo la técnica del electroshock sino también los muchos abusos que se cometen sobe los ciudadanos de todo el mundo en nombre de la psiquiatría. La "Mostra” antipsiquiátrica presenta un despliegue de medios increible (que me dejó un poco mosca, por cierto) y ha sido posible gracias al apoyo masivo de muchas instituciones importantes, entre ellas el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio de Milán. El lugar donde se celebra es nada menos que el Palazzo Affari e Giureconsulti, a sólo unos metros del Duomo, en la maravillosa vía Mercanti. Un lugar excepcionalmente bello, que contrasta con el espantoso recorrido que allí se puede realizar sobre el peor rostro de la psiquiatría moderna.

En un lugar de la exposición, leí unas palabras conmovedoras de Ernest Hemingway, que es uno de los muchos personajes famosos que sufrieron en sus carnes las consecuencias del electroshock. El gran escritor fue sometido a brutales choques eléctricos en más de 20 ocasiones:

–¿Qué sentido ha tenido–se quejaba el autor de El Viejo y el Mar–haber destruido mi mente y cancelar mi memoria, que constituyen mi capital y sin los cuales estoy en paro? Habrá sido un tratamiento óptimo, pero se ha perdido el paciente.

Unos días más tarde, en Julio de 1961 tras salir de la Clínica Psiquiátrica Mayo, Hemingway se suicidó.