La canción de los deshollinadores
He vuelto a visitar la exposición de Blake. Compruebo que sigue atrayendo muchos visitantes que llenan el edificio más singular de Madrid, el fabuloso Caixaforum de Herzog y de Meuron, ese gran monumento a la diversidad que casualmente está situado a pocos metros de la Casa Sindical que creó Asis Cabrero. Es curioso que ese siniestro edificio sindical cúbico del Prado, donde todo es igual a todo, combinación de la Casa del Fascio de Terragni y del monasterio de El Escorial, esté al lado del portentoso Caixaforum de los dos suizos, donde todo es maravillosamente diferente de todo .
Pero a lo que voy. ¿Por qué William Blake, que apenas tuvo éxito en su tiempo, resulta tan atractivo para tanta gente en nuestro tiempo?
Pues porque Blake fue, en grado sobresaliente, dos cosas: un visionario y un hombre de bien.
Fue un visionario porque acertó a ver desde lejos el alma humana amenazada de muerte por la tiranía industrial, la dictadura de la tecnología sobre los valores, los desastres de la guerra a gran escala, la opresión de los grandes engranajes de la nueva economía….
Y fue un gran hombre de bien porque siempre se opuso a todas esas cadenas. En especial se opuso a las cadenas que forja nuestra propia mente, que son las más temibles.
Se sublevaba Blake, entre otras muchas cosas, frente al trabajo infantil, que era norma en su época. Le indignaba ver a los niños deshollinadores de Londres, que lo simbolizaban todo. Esos niños que eran forzados a ejercer esa profesión desde los cinco años. Cuyo crecimiento físico se impedía. Cuyos cuerpos se deformaban sin remedio. Que trabajaban, cantando, 18 horas diarias. Con tan solo un día libre al año, pues pasaban los domingos en las chimeneas, mientras los burgueses iban a misa:
“algo negro gemía entre la nieve, algo negro gemía sin consuelo. ¿Dónde están tu padre y madre, dí?…-En la hierba era feliz y alegre, me ciñeron las ropas de la muerte y aprendí la canción de la desgracia, y, como río bailo y canto, pienso que no me han hecho mal, y a Dios y al párroco y al rey alaban, esos que erigen con nuestro dolor un cielo…”
Tremendo vaticinio. Algún ángel le debió chivar a a Blake que los deshollinadores y sus canciones iban a protagonizar, casi dos siglos mas tarde, una película de Disney, donde aparecen ellos tan simpáticos y desdramatizados, con sus bonitos bailes y canciones sobre el fondo del Londres victoriano…chim, chim chimney, ya se sabe…
Incluso fue Blake un pionero del feminismo, y de una concepción libre y sin represiones del amor. Otro de sus poemas, bellísimo, nos lleva hasta un futuro en el que el amor parece haberse liberado ya, por fin, de sus grilletes:
“¡niños de una edad futura que leeis esta página indignada, sabed que en un tiempo pasado, el amor, el dulce amor, por crimen fue tenido!”
