Joludi Blog

Abr 18
Una bici por cada diez móviles.
Decía H.G. Wells: “cada vez que veo a una persona sobre una bicicleta, recupero la fe en la Humanidad”.
Yo, que no soy tan importante como el autor de la Guerra de los Mundos, no solo digo eso, sino que añado que cada...

Una bici por cada diez móviles.

Decía H.G. Wells: “cada vez que veo a una persona sobre una bicicleta, recupero la fe en la Humanidad”.

Yo, que no soy tan importante como el autor de la Guerra de los Mundos, no solo digo eso, sino que añado que cada vez que veo a una persona hablando por teléfono móvil en la calle, pierdo la fe en la Humanidad.

El problema viene cuando, como he visto a menudo en Milán, por ejemplo, la gente va en bicicleta hablando por teléfono. Y a veces ni siquiera se detiene para hacerlo, como al menos ha hecho esta señorita que circulaba por una calle próxima a Piazz Babila.

¿Qué hacemos ante estos casos, Mr. Wells? ¿Eh, qué hacemos? ¿Cómo resolver la contradicción?

Pues yo creo que resignarnos.

Y consolarnos con el hecho de que según informa ayer Nokia, el mercado de teléfonos móviles ha dejado de crecer como solía hacerlo. Los gurús del fabricante finlandés consideran que el valor total del mercado de móviles será un 10% más pequeño en 2008 que en 2007, debido a la recesión global y a la debilidad del dólar.

Aún así, el número total de teléfonos móviles que se venderán este año alcanzará posiblemente los 1.200 millones de unidades, que se dice pronto. Eso es aproximadamente igual que la totalidad de la población mundial de la época en la que nació mi bisabuelo.

Esa abracadabrante cifra de teléfonos móviles que se van a vender este año, contrasta con el famélico dato de las bicicletas que se van a producir en el planeta, que no superarán mucho más que los 120 millones de unidades, aunque no dispongo de datos actualizados.

O sea que diez teléfonos móviles por cada bicicleta. Nos sale un 10%. A esto le podríamos llamar el ratio de salud mental del género humano. Hasta que no suba este ratio a un 50% por ciento por lo menos, ni Mr. Wells ni yo recuperaremos la esperanza en esta especie.