
Disney y Siegmund.
Hay gente que ve muchos mensajes eróticos ocultos en las películas clásicas de Disney. Yo no alcanzo a compartir ese punto de vista. Me debe faltar imaginación. Si hay algo que me parece antierótico es el relamido estilo de los dibujos de Disney y la extraña mezcla de moralismo y crueldad que transpiran muchos de sus guiones. Aún guardo el recuerdo de la infinita desolación que me produjo, cuando era niño, ver la humillación social y el abandono del pobre Dumbo, o el acongojante sentido de culpa de Pinocho, o la inefable, injusta, insufrible tragedia familiar de Bambi. Todo ello, me parece lo más alejado de la sensualidad y el erotismo que se pueda imaginar.
Pero tengo que reconocer que hay algún dato que me mosquea. Por ejemplo, no había caído yo en la cuenta de que Felix Salten, el notable literato austriaco que escribió una de las obras eróticas más artísiticamente provocativas y decididamente obscenas que jamás se han escrito (Memorias de Josephine Mutzen-Bacher) es también, aunque poca gente lo sepa, el autor del guión de Bambi, cuyos derechos vendió a Walt Disney por 1000 o 5.000 dólares, no lo tengo claro. Por lo visto, quien había promovido en Estados Unidos el interés hacia la obra de Salten fue nada menos que Thomas Mann. Y también es curioso que este libro aparentemente inocente sobre el cervatillo y los enamoramientos primaverales fuese rigurosamente prohibido en Alemania en 1936.
Así que no sería raro que Bambi pudiese ocultar claves eróticas inesperadas. Un buen analista seguro que encuentra material abundante. Para colmo, hay que recordar que Salten formó parte de los círculos de los primeros psicoanalistas en Viena y Budapest. Es segurísimo que, al igual que otros muchos literatos y artistas, Salten conocía las claves para aprovechar el caudal del subconsciente al objeto desencadenar todo su potencial creativo. Hay un libro escrito por el psiquiatra George Makari en el que se cuentan muchas divertidas anécdotas de los bastante chiflados pioneros del psicoanálisis, y en esas páginas aparece varias veces Salten, cuyo verdadero nombre de pila era, por cierto, Siegmund.
“Josephine Mutzen-Bacher” es la autobiografía supuestamente escrita por una prostituta en el ocaso de su ajetreada vida. He aquí las palabras de Josephine al recordar su larga e intensa trayectoria como profesional del sexo:
“Se dice que las prostitutas jóvenes se convierten con el paso del tiempo en religiosas viejas, pero tal no fue mi caso (…). De nada puedo lamentarme, sin embargo. El tiempo ha hecho mella en mí, y el gozo que me proporcionaba el sexo se esfuma con rapidez. Soy rica, pero estoy marchita y a menudo me siento sola. Pero así y todo, no albergo la menor intención de arrepentirme”.
¿Alguna hipótesis que vincule esto con Bambi?.