
“Ceux qui savent faire font, ceux qui ne savent pas faire enseignent, ceux qui ne savent pas enseigner enseignent aux enseignants, et ceux qui ne savent pas enseigner aux enseignants font de la politique.”
No suelo copiar frases en este blog, pero esta merece la pena. La pronuncia un personaje de la brillante novela de Muriel Barbery L'Elegance de L'Herisson (hay versión española, La Elegancia del Erizo, pero está agotada).
Estoy terminando de leer, con infinito sacrificio, la versión italiana de esta hilarante novela que fue un éxito en Francia en 2007. De vez en cuando salto a la versión francesa, que sí he podido encontrar, para avanzar un poco más rápido. Pero en cualquier caso el esfuerzo merece la pena. Es la historia de dos mujeres superdotadas intelectualmente, que por diferentes razones ocultan cuidadosamente su inmenso talento. En sus vidas se cruza un millonario japonés que descubre las claves de su simulación. La novela (que está a punto de pasar al cine) está llena de reflexiones sutilísimas y de un humor sumamente inteligente. Como lo revela esta divertida frase que he entresacado de la versión original. El francés lo entiende cualquiera (ya se sabe, vin es vino, pain es pan…), pero por si acaso, la traduzco a lengua de cristianos, con una trampa final de mi cosecha, sustituyendo una palabra por otra, que me parece igualmente apropiada que la de Barbery, a partir de mi experiencia en el mundo de la empresa:
“Los que saben hacer, hacen. Los que no saben hacer, enseñan. Los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan. Los que no saben enseñar a los que enseñan, se hacen consultores.”.