
Unas sandalias.
En 1586, en Corea, una mujer enamorada vio morir a su marido tras una larga enfermedad. Tras el fallecimiento, la mujer dejó una carta en su tumba, en la que estaba escrito, “tú me habías dicho que estarías a mi lado hasta que nuestros cabellos blanqueasen, pero te has ido, ¿cómo has podido hacerme esto?”. Junto a la carta, la mujer dejó unas preciosas sandalias que ella había confeccionado para su amado enfermo, utilizando tan sólo sus propios cabellos rubios y un poco de trapo.
Ahora, los arqueólogos han encontrado en la tumba del siglo XIV la carta de la mujer enamorada y las sandalias con su propio pelo, que sigue siendo tan rubio como hace cuatro siglos. El hallazgo es sencillo y parece intrascendente. Pero todo Corea ha llorado al ver esas sandalias.