Joludi Blog

Abr 26
La asimetría osculatoria.
Esta imagen es una de las más hermosas de la historia de la fotografía. El milagro artístico de Doisneau es haber sabido capturar un momento único, un instante eterno en el paso de la vida cotidiana.
Pero parece que es un...

La asimetría osculatoria.

Esta imagen es una de las más hermosas de la historia de la fotografía. El milagro artístico de Doisneau es haber sabido capturar un momento único, un instante eterno en el paso de la vida cotidiana.
Pero parece que es un engaño. Es casi seguro que se trata de un montaje de Doisneau, que pagó a una modelo y a un actor para que compusiesen la escena.
Una posible pista para sospechar el engaño podría ser el hecho de que los actores giran la cabeza hacia la izquierda para besarse. Por lo visto esto es bastante inusual. Lo habitual es que las personas giremos la cabeza hacia la derecha cuando besamos.
La razón de esta asimetría es curiosa. Parece que las madres tienden a sujetar a los bebés dando predominancia al brazo izquierdo. Y esto es así porque de ese modo pueden mantener libre la derecha para otros fines. Entonces, los niños tienden a girar la cabeza hacia la derecha para buscar a sus madres. Y cuando crecen, ya como adultos, tienden también a girar la cabeza a la derecha para cumplir con el rito del beso de amor.
La vinculación entre el beso y la alimentación infantil es más importante de lo que parece. Aunque el beso de amor es todavía un tema muy misterioso, sobre el que se han realizado incontables estudios, parece demostrado que su origen es el suministro de comida pre-masticada directamente desde la boca materna a la del niño, tal como lo practicaban nuestros antepasados y como aún se practica en alguna cultura primitiva. En ese sentido, el beso sexual debería tener su origen en aquella especie de potitos que disfrutaban los bebés cavernícolas. Ese es al menos el enfoque que ya planteó Desmond Morris a principios de los años 60. Tras él, una legión de antropólogos y etólogos han profundizado en la teoría. Algunos de ellos, van un poco más allá y piensan que el beso de amor es para la mujer una forma de valorar la aptitud de su pareja para las labores de alimentación y cuidado de un futuro bebé.
Sin embargo, hay otro punto de vista diferente, como el que sostiene la siempre original Helen Fisher. Para ella, el beso de amor es simplemente un vehículo para el intercambio masivo de feromonas. Aunque en teoría los seres humanos no podemos captar este tipo de sustancias químicas, pues nos falta un sensor que sí tienen muchos otros mamíferos, lo cierto es que resulta bastante probable que haya algo en nuestro sistema olfativo que sí pueda captar y asimilar feromonas sexuales como el androstenol (que vuelve locas a las mujeres) o la copulina (que parece que hace lo mismo con los hombres). Helen Fisher ha demostrado además, que el beso de amor estimula las mismas zonas del cerebro que la cocaina, lo que sugiere que besarse es una conducta fuertemente adictiva.
El hombre es el único animal que hace algo tan raro como el beso en la boca. Ni siquiera los chimpancés lo hacen, excepto, cómo no, los bonobos, que son tan genéticamente similares a los humanos. El gran experto en bonobos, Frans B.M de Waal recuerda una anécdota cómica y relata cómo estaba recibiendo el afecto en forma de besos de algunas de las pequeñas bonobas que estudiaba cuando de repente, se asustó al encontrarse con la lengua de una de ellas en el interior de su propia boca.
En fin, aclaremos que el beso de amor no es una costumbre absolutamente universal entre los homo sapiens. Más del 10% del género humano no lo practica. En algunas culturas, por ejemplo entre los mongoles, lo sustituyen por el gesto de olisquear el pelo.

Yo creo que no hay color, dicho sea con todos los respetos etnográficos.