Tiene gracia que Pessoa, que es quizá el más metafísico de los grandes poetas, sea al mismo tiempo el poeta que mejor ha denunciado la vanidad de la obsesión metafísica: “constitución íntima de las cosas…/sentido íntimo del universo../ todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada./ Es increible que se pueda pensar en cosas de esas./ Es como pensar en razones y fines cuando el comienzo de la mañana está rayando, y por el flanco de los árboles/ un vago oro lustroso va perdiendo oscuridad…“
Lo que pasa es que no hay nada más metafísico que empeñarse en no ser metafísico. Y esto también lo hubiera podido decir Pessoa.