Oigo mucho esta expresión para referirse un tanto despectivamente a la actividad pública, más cuestionada que nunca en estos “tempi duri”. Esa expresión es algo que tiene mucho sentido filológico. La palabra “cosa” nace sobre todo como referido a un asunto más o menos indefinible, que se trata o va a tratar en algún foro. Nuestra “cosa” es simplemente un derivado de “causa”, es decir, asunto, cuestión, tema de discusión judicial. Y lo mismo ocurre en inglés, donde “thing” viene originalmente de un viejo vocablo germánico, ding, que significa primeramente asamblea y luego asunto debatido. Así que toda cosa es etimológicamente, originariamente, cosa política. La “res” por antonomasia no es otra que la indefinible y escurridiza “res” publica, la república, la cosa política, la cosa de la política.