Joludi Blog

Oct 21
El Depósito.
La Historia medieval nos sugiere que Cataluña siempre ha sido algo diferente del resto de España o de las Españas. No participó de forma significativa en la Reconquista. Perteneció hasta el siglo XII a la diócesis de Narbona. Entre los...

El Depósito.

La Historia medieval nos sugiere que Cataluña siempre ha sido algo diferente del resto de España o de las Españas. No participó de forma significativa en la Reconquista. Perteneció hasta el siglo XII a la diócesis de Narbona. Entre los siglos IX y XIII se escribía allí con letra franca, no visigótica, como en Castilla. Los documentos catalanes se databan por el reinado de los reyes de Francia hasta el siglo XIII y luego por la Era de la Encarnación, no por la Hispánica. Los musulmanes llamaban francos a los catalanes y estos tenían casi más relaciones con el Condado de Foix que con Al Andalus. La lengua catalana adquirió mucho menos léxico mozárabe que el castellano, apenas unas 200 o 300 palabras, frente a los miles de términos y estilismos-correlatos de una forma de pensar- con los que el castellano se enriqueció a partir del árabe. En catalán, por ejemplo, no existió nunca el infinitivo flexionado de origen árabe que se utilizaba en castellano antiguo y en portugués actual (“mas tambien de llegarnos cerca de los altares…” aún dice Fray Luis de Granada en el XVI usando un estilismo y quizá una forma de pensar nítidamente mozárabe)

Pero por cada una de las diferencias, grandes, medianas o insignificantes, que pudiésemos encontrar, en el lenguaje o en la vida, podríamos alegar igualmente alguna correspondiente similitud del mismo calado. Es casi una obviedad tratar de probar esto, tras tantos siglos de trayectoria vital en común. 

Este es el problema entonces. Cataluña no fue nunca totalmente España, pero nunca dejó de serlo completamente. Por eso, se puede decir que existen causas históricas para que la relación entre ambas sea una relación de desgarro permanente e incurable.

Ortega afirmaba que Cataluña era una problema sin solución para España, una enfermedad crónica. Pero con igual razón se podría decir que, a la luz de la Historia, España es un problema sin solución para Cataluña, una ulcera interminable.

Una úlcera que a veces se agudiza, es verdad, por las crisis económicas o por los oportunismos y miopías temerarias de los que ostentan el poder. Y que en ocasiones explota en forma de desastre y destrucción para ambas partes.

La cuestión está, sin embargo, en saber si la Historia nos condiciona hasta tal punto como para asumir este fatalismo de la úlcera incurable y del riesgo de desastre colectivo.  Pues yo me temo que seguramente sí. Del mismo modo que la identidad catalana y la pulsión diferencial ha pervivido a lo largo de los siglos (como podemos comprobar estos días), también es lógico pensar que el depósito de temperamento destructivo de los españoles (del que hablaba Americo Castro, cuyo 40 aniversario de su muerte no ha sido demasiado celebrado) sigue ahí, listo para desbordarse en cualquier momento. Si alguien lo duda, que lea los periódicos y escuche las declaraciones de los descerebrados de turno, en uno y otro lado, usando ya un lenguaje casi abiertamente guerracivilista.

Antes de que sea tarde, alguien debería imponer sensatez, pacto, negociación, sentido común, diálogo y, por qué no, creatividad…Es más importante que nunca. Y cada día que pasa, es también más difícil contener la presión de ese depósito de locura temperamental del que hablaba Americo Castro, quien por cierto abandonó con enorme tristeza su puesto como profesor universitario de Barcelona, cuando veía venir con asombrosa lucidez, el infierno que se avecinaba a la España del año 34…


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