El imperio español no supo aprovechar el oro y la plata americana, que se fue en suspiros (más bien en pagar a los grandes banqueros que financiaban las guerras de los austrias).
En cambio, los ingleses y los franceses sí supieron poner en marcha una gigantesca maquinaria de explotación económica. Y en esas estamos. Hay estudios que demuestran, por ejemplo, que el azúcar de las Antillas enriqueció a Francia en una medida mucho mayor que a España los metales preciosos de ultramar.