Joludi Blog

Mayo 21
Oxitocina.
Cada día llegan más datos interesantes sobre los efectos de esta hormona cuya misión es hacer a los humanos y humanas más benévolos, enamoradizos y generosos. Recientemente, incluso, se está estudiando su utilidad en el tratamiento del...

Oxitocina.

Cada día llegan más datos interesantes sobre los efectos de esta hormona cuya misión es hacer a los humanos y humanas más benévolos, enamoradizos y generosos. Recientemente, incluso, se está estudiando su utilidad en el tratamiento del autismo o de diferentes psicosis, incluyendo la depresión.
Se diría que esta sorprendente sustancia, segregada de forma natural por el cuerpo humano, especialmente en circunstancias tan específicas como el orgasmo o el parto (de hecho, su nombre deriva del griego “oxitocós” que significa “parto rápido” pues se administra usualmente a las madres para facilitar el parto), tiene la virtud de hacer mejores a las personas. Suaviza su carácter, estimula su sociabilidad, impulsa sus afectos, aumenta la confianza en el prójimo, reduce los miedos y disuelve todo rastro de estrés. De hecho, se está comprobando una sorprendente relación entre los mecanismos bioquímicos que desencadena la oxitocina y los efectos específicos de las pastillas de “éxtasis”.
Y ocurre que estos efectos también parece que se consiguen si se administra esta hormona terapéuticamente, ya sea en forma de píldoras, inyecciones o inhalaciones.  Esto podría, en teoría, acabar convirtiendo a la oxitocina en el verdadero “soma” que concibió Huxley: el alcaloide definitivo de la dicha, aparentemente sin efectos secundarios ni contraindicaciones significativas. Investigadores como Jaak Panksepp, de la Washington University están trabajando precisamente en el esfuerzo de confirmar si es viable o no lo que podríamos llamar este “uso recreacional” de la oxitocina.
Pero uno se pregunta si la Humanidad está preparada para este tipo de drogas de la felicidad.  La hipótesis de un bienestar de bote, administrado en dosis regulares, antes de desayuno, comida y cena, nos obliga a analizar qué es lo que acabará ocurriendo con la la competitividad, la productividad y otros pilares de este peculiar sistema de vida y trabajo que nos hemos inventado los homo sapiens.
Yo me temo que, el resultado final, con efectos secundarios o no, es que se acabaría prohibiendo este nuevo “soma”, si es que acaso consiguiera superar las barreras regulatorias que por el momento impiden su comercialización.  El Sistema no aceptará fácilmente que una simple pastillita termine poniendo en cuestión casi todo, desde el sacrosanto amor al trabajo hasta, que se yo, los principios de la defensa nacional.
La felicidad siempre ha sido y será subversiva.