Joludi Blog

Ene 28
Rosas en Enero
Después de deleitarme no poco con el syrah de la Quinta da Esperança, acompañado de sublime queso de azeitao y del compacto y no menos sublime pan de Alentejo, delicadamente tostado, subo sin esfuerzo desde la adega (nosotros decimos...

Rosas en Enero

Después de deleitarme no poco con el syrah de la Quinta da Esperança, acompañado de sublime queso de azeitao y del compacto y no menos sublime pan de Alentejo, delicadamente tostado, subo sin esfuerzo desde la adega (nosotros decimos bodega, pero el origen es el mismo, apoteca) por la callejuela de Estremoz. Llego hasta el castillo donde murió de peste la Rainha Santa Isabel, hoy convertido en fastuosa Pousada. Frente a la puerta, con fondo de niebla, se levanta la famosa y extraña estatua de la reina santa con las rosas en el regazo. Medito unos instantes en torno a la figura y al célebre milagro que evoca y me doy cuenta de que tiene mucha actualidad. 

Aquella reina aragonesa de Portugal, piadosa, pacifista y filántropa, se rebelaba una y otra vez frente a los recortes.

Según nos cuenta la Crónica dos Frades menores, una mañana de invierno salió del castillo de Sabugal para distribuir pan y monedas entre los desfavorecidos. Sorprendida por su esposo el rey, que le preguntó qué llevaba en el regazo, ella respondió inmediatamente “¡Rosas, son rosas, Señor!?…Furioso, el rey gritó: “¿Rosas en Enero?”, y entonces sucedió el milagro, pues su manto contenía rosas fragantes, en vez de los panes y las monedas.

El más delicioso de los milagros, por tanto. Lleno de narrativa y de sorpresa. Y quizá hasta de verdad, pues no hay que descartar la capacidad casi hipnótica que tuvo esa mujer para cambiar voluntades y trastocar percepciones. Vivió y sobrevivió entre los más brutales monarcas del medievo. Su esposo pasó media vida guerreando brutalmente contra su hijo. Y este último, de crueldad infinita, hizo lo mismo. Una santa, pues, esa reina de las rosas de enero.


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