
Ai No Korida.
Miro el escaparate en la pequeña librería de barrio y compruebo asombrado que todos los libros tratan de sado y sexo extremo.
Debe ser el efecto colateral de eso de las sombras de Grey, que creo que ya batió records de ventas en el último Día de la Madre y que ha abierto un inesperado filón editorial en torno a la versión extrema de la vieja y cierta idea según la cual el amor no es sino la entrega absoluta en manos del otro.
Hace años ocurrió algo parecido, pero a una escala muchísimo menor, cuando se estrenó el Imperio de los Sentidos, de Nagisa Oshima, ese extraño film de culto que sirvió para que los interesados de todo el mundo descubriesen lo que parece ser el angosto sendero del dolor hacia la voluptuosidad suprema, en su interpretación japonesa.
Por cierto que aquella película de Oshima debería haber pasado a la historia como un ejemplo de la traducción más inadecuadamente libre. El título original que le dio el director japonés fue “La Corrida del Amor”, empleando precisamente un préstamo lingüístico del castellano al japonés: “Ai No Korida”.Pero a los funcionarios españoles les debió parecer muy inadecuado mezclar el arte de Cúchares con el sexo extremo, pese a que la película, en sus últimas escenas, ya en tono decididamente gore, justificaba muy bien el título original…
Corría el año 1976, si no me equivoco. Los tiempos cambian.