
Año Nuevo
Entramos en el año nuevo chino. Y me parece una buena oportunidad para recordar, con tono un tanto jocoso, que la primera contribución de España a la cultura universal es el hecho de que en Occidente comencemos los años por el mes de Enero, y no por Marzo.
Eso se debe a las dificultades que tuvieron los cónsules romanos de la época del asedio de Segeda, allá por 153 a.c., para cumplir ciertos plazos de tiempo concedidos por el Senado en relación a las guerras numantinas. El cambio de fechas fue un artificio para cumplir formalmente con la ley. Y eso, insisto, se debió a nuestros antepasados sorianos. Si aquel puñado de rebeldes no hubiesen resistido hasta la muerte, celebraríamos en todo el mundo la Nochevieja en la primera luna nueva de cada mes de Marzo. Así que ahí tenemos un primer tributo que nos debe el mundo a los españoles.
Claro, cabe preguntarse si los resistentes de Segeda eran de verdad españoles, en un sentido mínimamente histórico. Yo creo que sí. Pero no por razones de raza, raíces culturales o nada parecido. Simplemente creo que hay una influencia que se va creando a sí misma a lo largo del tiempo, por la voluntad de los que quieren ver o creer en esa influencia.
Los españoles hemos estado obsesionados desde el siglo XIX con los hechos de Numancia. Por lo tanto, es indudable que Numancia y los españoles de nuestro tiempo son parte de un fenómeno común. Lo mismo se puede decir, por ejemplo, de Séneca. ¿Era un simple ciudadano romano nacido en la Bética o palpitaba en su forma de pensar el alma de lo español? Es difícil decirlo. Pero como los españoles nos hemos empeñado en querer vernos reflejados en la forma senequista de pensar, pues sí se podría hablar de una comunidad de rasgos. Yo por lo menos lo veo así. Y en la disputa eterna entre el punto de vista de Albornoz y Castro, yo me pondría del lado del primero. Pero no precisamente por las razones que el sabio abulense esgrime, sino porque creo que las personas y los pueblos acaban siendo, finalmente, aquello que siempre creyeron ser…