Joludi Blog

Mar 3
Humor.
Todos se deshacen ahora en elogios sobre Ratzinger como intelectual. Puede ser. No lo discuto. Incluso reconozco que los libros que escribe Ratzinger son legibles y hasta amenos, cosa que no ocurre por ejemplo con lo que escriben otros...

Humor.

Todos se deshacen ahora en elogios sobre Ratzinger como intelectual. Puede ser. No lo discuto. Incluso reconozco que los libros que escribe Ratzinger son legibles y hasta amenos, cosa que no ocurre por ejemplo con lo que escriben otros príncipes de la Iglesia, como el inefable Rouco, que es absolutamente indigerible. Pero yo debo decir que Ratzinger también tiene dichas o escritas cosas muy poco fundadas, verdaderos disparates impropios de un verdadero intelectual. Uno de los dislates más jocosos del expapa bávaro fue aquello que dijo en el sentido de que Dios tenía un gran sentido del humor, un sentido del humor muy agudo.

Yo creo que es obvio que el último atributo que podemos asignar a Dios (al menos al Dios de la Biblia o al del Evangelio), es el del sentido del humor. En el Antiguo Testamento tenemos un Dios severísimo, en el sentido estricto de la palabra “severo”, es decir, serio, implacable, justiciero, reverenciable…En el Nuevo Testamento, la figura que se nos presenta es ya mucho más humana, pero sigue sin reirse. No hay una sola escena en los evangelios canónicos en la que veamos a Jesucristo riéndose. Ni una. 

No hay humor en el Dios judeocristiano. Si acaso hay sarcasmo. Tal vez podríamos ver en el pasaje de Abraham forzado a sacrificar a su hijo Isaac, y detenido in extremis por la mano del ángel, algo así como una broma. Una broma pesada divina, la broma gruesa y pesada madre de todas las bromas gruesas y pesadas, sí. Pero no precisamente ese “agudo sentido del humor que es parte esencial del gozo de la Creación” al que se refiere, incomprensiblemente, Ratzinger.


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