Eufemismo
Marta me pide ayuda, porque le han pedido en el colegio un ensayo sobre el “eufemismo”. No me resisto a decirle que lo verdaderamente interesante del asunto del bien decir (eu-femí) es distinguir entre el eufemismo piadoso y el el eufemismo manipulador. La larga y penosa enfermedad, la persona de la tercera edad o el individuo discapacitado serían ejemplos de eufemismo piadoso. La bomba limpia o se está reduciendo el ritmo de destrucción de empleo serían ejemplos perfectos del eufemismo manipulador, que no siempre implica un lenguaje metafórico, sino tan solo una visión falaz de las cosas. Y luego están los eufemismos mixtos, en parte piadosos y en parte manipuladores, a los que ahora llamamos lenguaje políticamente correcto, y que están experimentando una inflacion imparable. Pero es que no hay convivencia ni civilización sin eufemismos. Y cuanto más civilización más eufemismos. Por eso el eufemismo se ha convertido en un elemento más de la atmósfera que respiramos. Y por eso el paraíso de los eufemismos, de todo tipo, es Japón, justo donde el civismo se ha convertido a lo largo de los siglos en una forma de fanatismo, algo casi religioso. Cuando los americanos lanzaron sus dos bombas atómicas, el Emperador declaró “el curso de los acontecimientos se ha desarrollado en una forma no necesariamente ventajosa para Japón”. Un tonto eufemismo. Como tantos.
