Inhumanidad.
¿Has visto alguna vez esos cochecitos de Google que fotografíaban el portal de tu casa? Pues resulta que no solo fotografíaban tu casa. También, como se ha probado ahora, tomaban buena nota de tu conexión wifi y capturaban tus emails, además de otra valiosa y abundante información sobre tu red. Y ya te puedes imaginar dónde habrá acabado toda esa información.
¿Estás al corriente de lo que está pasando con los drones? Me refiero, como sabes, a esos aviones de guerra sin piloto que usa el ejercito norteamericano en Afganistán, bajo supervisión directa de Obama. Resulta que las nuevas versiones (fabricadas por grandes contribuyentes a la campaña de Obama, como Northrop y General Atomic) ya están preparadas para tomar decisiones por sí mismas. Evalúan el objetivo, computan los daños colaterales y, si el algoritmo lo valida, disparan y aniquilan. Todo muy limpio. Y todo muy inhumano, en el doble sentido del término, es decir, sin participación humana y sin dignidad humana.
¿Y qué me dices de lo de Chipre? El poder de Francfort y Bruselas ha sometido a los habitantes de la isla a un despojo implacable. De la noche a la mañana. Sin previo aviso. Sin ley habilitante votada democráticamente, se ha establecido el corralito y los chipriotas se han encontrado con un tremendo impuesto sobre sus depósitos bancarios. Una muestra más de que para los bancos, que son los que han creado la crisis, siempre hay dinero (y que siga la fiesta para ellos). Pero para los ciudadanos, que son los que la sufren, impuestos y recortes. Y a callar. Esto también es inhumano.
Son tres preguntas diferentes. Pero tratan del mismo asunto. Tratan de deshumanización, de inhumanidad, de abandono de nuestra dignidad humana como responsables de nuestro destino.
Es la inhumanidad de los mercachifles de la información, que especulan con nuestros datos íntimos sin que nadie se lo haya autorizado. Es la inhumanidad de los mercachifles de la guerra, que fabrican ingenios asesinos capaces de decidir sobre la vida y la muerte sin intervención del hombre. Es la inhumanidad de los mercachifles de las finanzas, a los que nadie ha votado ni dado autorización, pero que desde sus despachos se complacen en determinar, a la medida de sus intereses, el destino económico de cientos de millones de europeos.
Bauman habla de sociedad líquida. Yo creo más bien que estamos entrando en la fase gaseosa. Estamos consintiendo que nuestra libertad se volatilice, que la justicia se evapore, que la democracia se gasifique. Aceptamos en todos los ámbitos que el control de los ciudadanos sobre su destino se convierta simplemente en una nebulosa evanescente e inhumana. Y por el momento, no hacemos mucho para evitarlo.
