El excremento del diablo.
Desde hace algunos años, en muchos lugares del mundo, se analizan sistemáticamente muestras de aguas residuales urbanas, al objeto de evaluar el nivel de consumo colectivo de cocaína y otras drogas. Uno de los pioneros en este tipo de estudios es Roberto Fanelli, del Instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri de Milán. En cualquier día normal, Fanelli garantiza que el Po vierte en el Adriático los restos de al menos cuatro kilos de cocaína.
Este tipo de estudios tiene una importancia enorme. Porque se sabe bastante bien cuantas toneladas métricas de coca se producen en los Andes. Se sabe también muy bien cuántas toneladas se apresan. Pero se desconoce totalmente el consumo y el stock de la droga en cada momento. La técnica de análisis residual, basada en la detección de benzoilecgonina por espectrometría, proporciona claves vitales para entender lo que de verdad está pasando con esta sustancia.
Supongo que para hacer bien las cuentas, los criminólogos tendrán que incluir también en la ecuación los restos de cocaína que quedan en el papel moneda. Parece ser que prácticamente todos los billetes en circulación contienen ya pequeñas partículas de la droga. Esto se debe sobre todo al rol divulgador de los cajeros automáticos, que distribuyen la sustancia portada por un solo billete entre muchos otros que lo acompañan. Así que el destino, buen literato, parece unirlo todo en un enrevesado argumento infernal; dinero, droga, heces… Me parece que en nuestros tiempos, más que nunca, se aplica la brillante expresión de Giovanni Papini en el sentido de que el dinero viene a ser justamente el excremento del diablo…