Joludi Blog

Ago 26
Materia gris.
Un gran amigo mío tiene la tendencia, en el contexto de toda discusión, de acabar siempre usando una muletilla para matizar sus observaciones sobre cualquier tema. Tan pronto consigues acorralarle con un argumento lógico contundente, te...

Materia gris.

Un gran amigo mío tiene la tendencia, en el contexto de toda discusión, de acabar siempre usando una muletilla para matizar sus observaciones sobre cualquier tema. Tan pronto consigues acorralarle con un argumento lógico contundente, te suelta la habitual cortina de humo para escaparse de la refutación.
–Hombre, las cosas no son totalmente blancas o negras, hay zonas grises.
A mí me suele enfurecer este punto de vista, que hace muy difícil llegar a cualquier conclusión. La frasecita de marras acaba siempre por salir y te hunde dialécticamente en la miseria.
Pero el lingüista George Lakoff le da toda la razón a mi querido amigo. Lakoff señala que existe un defecto intrínseco de casi todos los lenguajes conocidos, y es precisamente que nos obligan a pensar en las categorías como conjuntos disjuntos, siendo así que eso es una completa entelequia.
Las categorías puras, las clasificaciones de bordes bien definidos no existen en la vida real. Todo es–como dice mi amigo–esencialmente gris. Lakoff nos desafía a que encontremos tan solo una categoría que no tenga bordes borrosos. Aceptemos el desafío. Por ejemplo, solemos decir que “madre no hay más que una”, así que la categoría de las “madres”, debería tener contornos bastante nítidos ¿no es cierto?. Pues obviamente no. Recordemos la noticia de este verano en Inglaterra, que nos hablaba de un caso de tres madres simultáneas: la madre que había prestado el óvulo, la madre en cuyo útero se había desarrollado el bebé y la madre legal. Para colmo, las tres estaban unidas familiarmente. Dos eran hermanas y la otra era la hija de una de ellas.
Todo es gris. Horriblemente gris.