Franco.
En la segunda mitad del siglo XVI no había personaje más famoso en Venecia que Verónica Franco. Cuando visitaban Venecia los reyes, como Enrique III de Francia, una de las primeras personas que se le presentaban era Verónica. Cuando llegaba a Venecia una personalidad de la cultura, como Montaigne, lo primero que hacía era preguntar por Verónica. Cuando Tintoretto busca un modelo para reflejar la más sublime de las sensualidades, acude a Verónica.
¿Quién era Verónica? Pues la prostituta más deseada del Renacimiento. Durante un tiempo, figuró en el puesto 204 en el famoso Catálogo Oficial de meretrices venecianas, con una tarifa asequible de solo dos escudos. Pero en el apogeo de su gloria ya no se la podía encontrar en aquella Tarifa delle Puttane. Estaba en otro nivel. Y su fee era astronómico. Cuando no hacía felices a los duques, escribía poesías. Y no eran malas, según parece.