
Memoria Histórica.
Ahora que se habla tanto de memoria histórica, me viene a la cabeza algo que descubrí, o creí descubrir, el otro día respecto a nuestra postguerra y los falangistas. Es bien sabido que, durante los años oscuros, donde quiera que se reunían los falangistas, se aprestaban a pronunciar el nombre mágico de su fundador y protomártir Primo de Rivera y luego gritaban virilmente “¡presente!”, como si el líder fusilado en Alicante se transustanciase en cada una de esas ceremonias, al conjuro de las palabras de rigor.
Bueno, pues a mí me parece que este grito, que ha resonado durante toda la postguerra española, y que quizá aún siga sonando en la mente de los que la sufrieron, es en esencia algo genuinamente nazi.
Durante el mes de Noviembre de 1923 tuvo lugar un confuso intento de golpe de estado tramado un tanto apresuradamente por Hitler y sus secuaces. Fue el llamado Golpe de la Cervecería, que la policía reprimió con furia y que ocasionó 16 muertos entre los leales de Hitler. Fueron los 16 primeros mártires de la causa nazi.
Cuando Hitler llegó al poder, construyó un gigantesco edificio llamado Templo del Honor, y allí, en colosales sarcófagos de acero, colocó los restos de aquellos 16 mártires nazis, bajo una inscripción que decía “Y Aún Así Tu Fuiste Victorioso” (nótese que entre los nazis, al igual que entre los falangistas, el tú era preceptivo; “Und ihr habt docht gesiegt” y no “Und Sie haben doch gesiegt.)
Cada año, Hitler organizaba una importantísima ceremonia en ese Templo del Honor. Allí, un locutor iba enunciando, uno a uno, los nombres de los 16 caídos. Y una voz anónima entre la multitud gritaba tras cada nombre: “¡Presente!”.
Yo creo que este es el modelo que copiaron los falangistas. Pero si alguien tiene algúna otra teoría, por favor que me desasne cuanto antes.
En 1947, los aliados dinamitaron el Templo del Honor, pero quedó en pie el pedestal. Y allí aún se reunen simpatizantes nazis de vez en cuando.
Las autoridades alemanas, responsables de la conservación del patrimonio artístico, son más bien reacias a liquidar estos restos. “Es memoria histórica”, dicen.