Joludi Blog

Sep 21
Religiosidad y Teoría de la Evolución.
Parece ser que el año próximo, allá por Marzo del 2009, la Iglesia Católica acogerá en Roma una conferencia internacional en relación nada menos con el 150 aniversario de la publicación de la obra de Darwin, “El...

Religiosidad y Teoría de la Evolución.

Parece ser que el año próximo, allá por Marzo del 2009, la Iglesia Católica acogerá en Roma una conferencia internacional en relación nada menos con el 150 aniversario de la publicación de la obra de Darwin, “El Origen de las Especies”. Y todo indica que el Papado está preparando un importantísimo golpe de timón en relación con la postura tradicional católica al respecto de la Teoría de la Evolución.
Parece que 2009 será el año en el que el Vaticano se reencuentre con Darwin, tal como lo hizo en su día con respecto a Galileo o Giordano Bruno. En este sentido, Roma sigue de cerca los pasos de la Iglesia Anglicana, que recientemente ha decidido reconciliarse con el creador de la Teoría de la Evolución.
De hecho, en esta conferencia que se celebrará en Marzo próximo, organizada por el Consejo Pontifical para la Cultura, la Universidad Gregoriana de Roma y la Universidad de Notre Dâme en Indiana, no estará presente ningún representante de la mal llamada Teoría del Diseño Inteligente, que contradice burdamente la Evolución. Y no estará porque nadie partidario de ese absurdo enfoque ha sido invitado. Sorprendente.
A mí lo que me parece extraño es que la Iglesia Católica haya tardado tanto en propiciar esta reconciliación con la Ciencia. Realmente no acabo de ver por qué tanto rechazo al planteamiento evolutivo. Quizá esta extrañeza deriva de lo mucho que me dio por leer a Teilhard de Chardin, el gran jesuita evolucionista, cuando yo era jovencito.
Siempre he tenido la sensación de que en la Teoría de la Evolución lo que hay precisamente un profundo sentido de humilde religiosidad. Hay mucho de piedad inefable en esa actitud darwiniana de noble búsqueda del logos supremo de la Naturaleza. Hay algo no muy distante del impulso teológico en ese respetuoso esfuerzo por desvelar los último secretos de la vida y encontrar la salida de los infinitos laberintos que nos plantea la realidad que nos rodea. Los creyentes deberían encontrar algo muy familiar y próximo en esa convicción evolucionista que alcanza a encontrar una articulación casi mística entre lo natural y lo racional.