Joludi Blog

Sep 27
La fuerza de muchos.
Tengo un amigo que se dedica a cazar terremotos por el campo.
Bueno, en realidad, lo que hace mi amigo es encargarse del delicado mantenimiento de una compleja y costosísima red de seismógrafos, muchos de ellos instalados en...

La fuerza de muchos.

Tengo un amigo que se dedica a cazar terremotos por el campo.
Bueno, en realidad, lo que hace mi amigo es encargarse del delicado mantenimiento de una compleja y costosísima red de seismógrafos, muchos de ellos instalados en lugares remotos del mundo rural.
Pero ahora ha surgido algo que hará la competencia a esa red de detección de movimientos sísmicos que supervisa mi amigo. Se trata del ordenador portátil. De cualquier ordenador portátil.
Aunque no seamos conscientes de ello, la mayoría de los ordenadores portátiles tiene una cosa que se llama acelerómetro. Se trata de una especie de pequeño seismógrafo incorporado que consigue proteger al equipo, bloqueando el disco duro y su aguja, cuando esté cae al suelo por accidente. Unas centésimas de segundo antes del impacto, el acelerómetro del portátil detecta el inminente tortazo, y toma las medidas oportunas.
En esencia, como su propio nombre indica, el acelerómetro es un detector de aceleración sumamente sensible. Ni más ni menos. Un sensor capaz de detectar cualquier movimiento brusco. Y prepararse para el impacto.
Pues la idea a la que me refería al principio es contar con esos acelerómetros instalados en los cientos de millones de portátiles que tiene la gente en todo el mundo. Obtener simultáneamente los datos de todos esos sensores equivale a disponer de una gigantesca red de detección sísmica temprana.
No es algo imposible. Basta que todos los portátiles estén conectados a internet y que dispongan de un software que permita transmitir los datos del acelerómetro a un servidor central. El usuario colaborador no tiene por qué enterarse. Todo ocurre sin que se le moleste lo más mínimo ni se interfiera en su actividad normal.
Como sabemos, los ordenadores acceden a Internet a través de routers que disponen de una especie de dirección única, la llamada IP. Pero también sabemos esta IP se puede relacionar de forma aproximada con una localización geográfica. De modo que el servidor central del sistema propuesto, detectará mínimos movimientos en un grupo de portátiles y sabrá en qué lugar geográfico, aproximadamente, se están produciendo esos temblores.
Naturalmente, habrá falsas alarmas. Pero se descartarán mediante el análisis estadístico. Solo se considerarán significativos los movimientos simultáneos de muchos portátiles en una misma zona geográfica. Si yo cojo mi equipo y me lo llevo corriendo bajo el brazo porque llego tarde a una reunión, eso será un dato descartable por el sistema, ya que no coincide con otros movimientos simultáneos en mi zona geográfica.  
Así que el sistema puede funcionar perfectamente. Puede que sea incluso un sistema algo mejor que el que supervisa mi amigo el cazaterremotos. No sólo porque la cobertura geográfica será infinitamente mayor que cualquier red disponible en la actualidad, sino también porque el sistema permitirá informar a los usuarios sobre cualquier riesgo sísmico de una manera mucho más rápida que todos los sistemas de alarma conocidos hasta la fecha.
Puede que todo esto nos parezca irrelevante. Pero medio mundo está sometido a la amenaza de los movimientos de tierras. Una red sísmica más perfeccionada y una capacidad para informar rápidamente a la población del peligro, pueden salvar millones de vidas en solo unos años.
Un terremoto de magnitud 7 despliega una energía inconcebible. Es el equivalente a una explosíon de una bomba cargada con medio millón de toneladas de TNT. Pero se diría que la capacidad para cooperar es algo aún más poderoso que toda esa fuerza desatada de la Naturaleza.
No hay nada tan poderoso como la fuerza de muchos.