
Televisores de Plasma y Viajes al Caribe.
El presidente ha declarado a los medios que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que durante un tiempo nos hemos dedicado a “pedir créditos para comprar plasmas y viajar al Caribe” (sic). Así explica Rajoy la crisis. Bien podría haberse referido, por ejemplo, al Teorema de Stieglitz, que determina como causa de la crisis el incremento paroxístico de la desigualdad social (que es justo lo que ha ocurrido en los últimos años en todo Occidente). Pero no. Ha preferido referirse a los televisores de plasma y a los viajes al Caribe. Todo un ejercicio de rigor intelectual…
Se trata de una tontería repetida hasta la saciedad. Y merece la pena dedicar unas líneas a desmontarla. Porque es una tontería que ayuda a los poderosos a seguir abusando de los débiles, a los que sin fundamento ninguno se culpabiliza y estigmatiza.
Cuando comenzó a gobernar Aznar, y gracias al efecto combinado de la Ley del Suelo (1998) y la codicia de las entidades financieras (que no calibraron bien su política de expansión crediticia), los precios de la vivienda comenzaron a subir de forma imparable. En paralelo, la compra de inmuebles por parte de las familias se desbordaba. La Deuda Privada de Vivienda se disparó. Partiendo de 100.000 millones de euros allá por 1997, se fue elevando año tras año hasta llegar a los 600.000 millones en 2007, momento a partir del cual empezó a decrecer.
Sin embargo, la Deuda Privada distinta a la Vivienda, aumentó solo moderadamente a lo largo de esa década. En esos diez años creció a un ritmo medio en torno al 7%, hasta llegar a 180.000 millones. Eso es muy poco en comparación con los 500.000 millones de impacto del coste de la vivienda en la deuda privada.
Por lo tanto, es una broma de mal gusto atribuir la crisis financiera española a los “viajes al Caribe y a los plasmas”.
Las deudas que asumieron las familias españolas durante los años 1997-2008 fueron razonables, si exceptuamos el factor vivienda, del que tampoco tiene sentido culpabilizar al ciudadano medio, y que además tampoco es el único factor clave para entender la crisis.
El problema de la Deuda Española no se deriva de que los españoles hayan decidido vivir por encima de sus posibilidades comprando objetos de lujo o viajes de placer. Ni siquiera se deriva primariamente del boom hipotecario. El agujero ha venido sobre todo del endeudamiento de las empresas y del desgobierno de los bancos (además del descontrol en el gasto del Gobierno central y las Comunidades Autónomas, claro está).
En relación con los bancos, nos consta a todos hasta qué punto han vivido, ellos sí, por encima de sus posibilidades (o mejor dicho de las nuestras). Y en relación a las empresas, hay que decir que durante los años de Aznar y la primera legislatura de Zapatero hicieron crecer sus “debes” a un ritmo medio del 18% (el doble de rápido que la deuda privada no vivienda) hasta llegar a la astronómica cifra de 1,3 billones de euros en 2009. Es verdad que ese endeudamiento sirvió para que las grandes corporaciones españolas (Telefónica, Repsol, ACH…) financiasen su expansión en latinoamérica y otros países (lo cual exigiría anotar también mucho en su “haber”, si somos rigurosos). Pero lo cierto es que el impacto del endeudamiento empresarial en el contexto de la crisis financiera española ha sido muchísimo mayor que el del endeudamiento de las familias. Y esa es la explicación del problema de nuestra deuda, junto con la burbuja inmobiliaria y el descuido culpable de los gobernantes en relación con las finanzas públicas.
En fin, la Deuda Total de España en estos momentos ronda ya, o supera, los 3 billones de euros. Pues bien, si en la década prodigiosa de Aznar y primer Zapatero, todas las familias españolas hubiesen viajado al Caribe y todas ellas se hubiesen comprado un plasma, y todo ello con cargo a créditos, el impacto total sobre la Deuda actual del país habría sido de 32.000 millones de euros.
Y esto sería apenas un insignificante 1% (uno por ciento) del total de la Deuda Española actual.
Así que el Presidente que tenemos, incapaz de ilusionar, explicar, motivar a los ciudadanos que inocentemente lo eligieron, tan bien pagado a lo largo de los años con sabrosos sobresueldos de un partido ducho en viajes a Disneylandia, sobres, sobresueldos, cuentas suizas y bodas megalómanas, según vamos sabiendo, se atreve a imputar a los españoles la responsabilidad de la crisis, y llamarles (¡a todos!) manirrotos, falseando la realidad con chocante cinismo.
El y sus secuaces sí que tienen una deuda con todo el electorado. La deuda que surge de haber mentido para elevarse al poder, y la de haberse convertido, una vez en él, en simples lacayos del gran poder financiero mundial.