
La insoportable gravedad del ser.
He tenido ayer tarde una pequeña caída en la bicicleta. Nada serio, afortunadamente. Solo un poco de dolor en la cadera. Mientras volvía a casa con mi leve magulladura, pensé en la tremenda paradoja que es caerse y hacerse daño.
Es una gran paradoja porque la gravedad es una fuerza física inconcebiblemente débil. Aunque nos fastidie mucho caernos. Para comprender lo débil que es basta coger un imán de esos de la nevera y sujetarle un clip. ¿A que no se cae el clip al suelo? Pues es bastante sorprendente, porque está luchando todo el planeta Tierra con su inmensa masa, contra un miserable imán pegado a una ridícula zanahoria de plástico…Y gana el imán.
Esta debilidad de la gravedad es lo que tiene locos a los científicos. Y es una de las causas por las que se ha invertido tantísimo dinero en el acelerador de partículas de Ginebra. Se trata de resolver el misterio de la atracción de los cuerpos. El análisis científico dice que esta atracción gravitatoria que empuja suavemente a unos cuerpos contra otros exigiría un cierto intercambio de partículas que vehiculicen la energía gravitatoria (gravitones). Pero no ha habido forma hasta el momento de detectar esas partículas. Y el acelerador se supone que ayudará a conseguirlo, de forma indirecta, si es que al final consigue encontrar el llamado “bosom de Higgs” que a su vez probaría la existencia de los elusivos gravitones.
Pensar en estas cosas me ha hecho olvidarme por un momento del dolor de la cadera. Para que luego digan que la ciencia es inútil de cara a aliviar los males del hombre.