Joludi Blog

Jun 15
Western.
Por lo visto, el género western se está poniendo de moda. Las cadenas de televisión emiten a diario rancias películas de cowboys (a cual más rancia en verdad). El Django de Tarantino se convierte un éxito de taquilla. E incluso ha llegado el...

Western.

Por lo visto, el género western se está poniendo de moda. Las cadenas de televisión emiten a diario rancias películas de cowboys (a cual más rancia en verdad). El Django de Tarantino se convierte un éxito de taquilla. E incluso ha llegado el estilo western al mundo del vestuario, inundando las estanterías y perchas con ropa genuinamente farwest.

Me parece algo normal. El western es un mundo de buenos y malos sin fisuras, donde todo suele acabar muy bien (y si no acaba bien es que no ha acabado todavía). Y ese mundo primitivo, sólido, elemental, ese universo hecho de un puñado de certidumbres que se definen a golpe de revolver, es algo que se añora en tiempos confusos como los que ahora vivimos. Así que la tendencia tiene mucha lógica. Volvemos al Oeste, soñamos con el lejano Oeste, como se soñaba en la postguerra española, cuando todo el mundo llevaba algún ejemplar de la genuina pulp fiction ibérica, una de esas novelitas de bolsillo de Marcial Lafuente Estefanía con la que se mataba el tedio, la desesperanza y hasta el hambre. 

Eran tiempos también de desorientación y desengaño. Y se comprende que se editasen, en aquellos años oscuros, decenas de miles de títulos de historietas del Far West, escritas en serie (una o incluso dos por semana) por escritores con seudónimos como Silver Kane, que en realidad se llamaban Rodríguez y jamás habían salido de la península ibérica.

Y ocurre además que precisamente el mundo del western es algo muy español, algo que de algún modo conecta con nuestras raíces, aunque esto no se sepa bien. 

Fueron los españoles los que crearon en el Lejano Oeste todo el estilo de vida y el lenguaje que luego nos trajo Hollywood a nuestras pantallas. Nos dan como ajeno lo que nosotros sin saberlo hemos dado antes de recibirlo. Suele ocurrir.

La cultura del rancho proviene directamente de Nueva España. Y a su vez la cultura ganadera mexicana fue llevada hasta allá por los ganaderos españoles, principalmente andaluces, extremeños, castellanos o leoneses. 

Por ejemplo, la técnica del lazo (y la palabra inglesa lasso) la inventaron aquellos ganaderos llegados desde España. El evento del “rodeo” fue una institución creada por la Mesta, esa institución castellana que se exportó tal cual y con ese nombre a Nueva España.

La figura del cowboy del farwest es tan solo una variante más del original vaquero andaluz o castellano-leonés. Una variante más entre tantas otras: charros en Mexico, gauchos en Argentina, chalanes en Perú, chagras en Ecuador, llaneros en Venezuela, huasos en Chile…

En la iconografía y el léxico del lejano oeste hay un eco profundo de lo hispano por todas partes, a poco que se profundice. Mustang proviene de mesteño, perteneciente a la Mesta (que a su vez es palabra derivada de la idea de mezclar, miscere, porque se gestionaban en la Mesta las reses de diferentes propietarios…). Wrangler, en el sentido de capataz del rancho proviene, se crea o no, del español “caballerango”, es decir, el mozo que limpia y peina los caballos, además de ensillarlos. Un cowboy llama McCarty a la cuerda que usa para sujetar a su caballo, pero ignora que ese nombre proviene de un término nahuatl usado en Mexico, mecate, que significa justamente cuerda. Y si llama hackamore al ronzal de su montura, no sabe que está usando una palabra de origen castellano, jáquima, que a su vez nosotros tomamos del árabe xaquima, la cuerda o embocadura con la que se sujeta al caballo (lo que en portugués siguen llamando justamente xáquima). En fin, hasta el dólar podríamos decir que es originariamente algo español. La moneda vigente en el lejano Oeste, al igual que en toda la Norteamérica colonial acabo siendo el peso o dólar español, esto es, la pieza de a ocho que sustituyó progresivamente al leeuwendaler holandés, que, entrando desde Nueva York, había circulado en las 13 Colonias durante los siglos XVII y XVIII (leeuwendaler, literalmente, tálero del león, por el león grabado en su anverso). 

Y ocurre que la S del signo de dólar es la S de Spanish, precisamente, siendo la rayita vertical un vestigio de las Columnas de Hércules que en el siglo XVI, Carlos V incorporó al escudo imperial…

Todo está relacionado. El far west viene de aquí. Y vuelve aquí ahora. Tal vez porque la gente espera que aparezca por fin ese sheriff que dispara más rápido que nadie y haga algo de una vez con tanto malo y tanto bandido…


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