Joludi Blog

Jul 3
El Ultimo Refugio.
Otra palabra, o más bien expresión, que se está poniendo muy de moda es “causa general”. Ahora, cada vez que los tribunales actúan contra algún presunto corrupto de algún partido o grupo social, los miembros de ese partido o grupo...

El Ultimo Refugio.

Otra palabra, o más bien expresión, que se está poniendo muy de moda es “causa general”. Ahora, cada vez que los tribunales actúan contra algún presunto corrupto de algún partido o grupo social, los miembros de ese partido o grupo social reaccionan airados y se quejan de que son las sufridas víctimas de una “causa general” contra el colectivo al que pertenecen. 

Mercedes me preguntó anoche por esta extraña expresión “causa general”, que ella correctamente interpreta como incriminación o persecución de todo un colectivo. Lo entiende, pero le suena raro.

El origen de la expresión proviene fundamentalmente del oscuro mundo de la Inquisición. Y nos lleva a un ingeniosísimo sistema para recaudar fondos y garantizar la homogeneidad ideológica. Ambas cosas a un tiempo.

En el siglo XV o XVI, en plena vigencia de la Inquisición, tan pronto existía el más mínimo indicio de que en algún lugar existían herejes, pero sin que se pudiese determinar cuántos eran o quienes, el Obispo publicaba un Edicto especial, llamado Edicto de Gracia (o Edicto de Fe), en el que se informaba sobre la inminente puesta en marcha una investigación general para identificar a los malvados. 

Se amenazaba pues con una “inquisitio generalis” o “causa general”. Esto daba la oportunidad a los herejes o heterodoxos de identificarse voluntariamente y quedarse a salvo del castigo, previo pago de una sustanciosa limosna. 

Era una idea brillante, realmente. Todo un hallazgo desde el punto de vista económico y al mismo tiempo una excelente medida de profilaxis ideológica. Y por eso proliferaron los dichosos y benevolentes Edictos de Gracia. Había “causas generales” para dar y tomar. En todas partes. Y a la primera de cambio.

Más tarde, la expresión “causa general” adquirió un significado distinto y más amplio, ya fuera del derecho canónico, en el sentido de cualquier gran investigación judicial orientada a determinar crímenes o delitos con connotaciones masivas, ya sea por los que los cometieron o/y por los que los sufrieron. La última de estas “causas generales” fue precisamente la que instó la justicia franquista de la postguerra contra “los rojos”, y que ciertamente tuvo mucho de inquisitorial, como en los viejos tiempos de Torquemada.

En cuanto a la palabra “causa” como sinónimo de “investigación” o “inquisición”, comprendo que le llame la atención a Mercedes. Yo diría que proviene de una traducción “mecánica” al latín de la palabra griega “aitía”, que significa “causa” ciertamente, pero también investigación o pesquisa. Cuando los juristas latinos usaban “causa" querían decir instrucción o inicio de una investigación, porque eso significaba causa (aitía) en griego. Todavía, en el mundo del Derecho, se habla de abrir una causa, o de “encausados"…

En fin, lo interesante de este tema de las “causas generales”, entendidas como expresión de un victimismo colectivo, es que se aprecia hasta qué punto tenemos la tentación de ampararnos falazmente en el grupo al que pertenecemos para protegernos frente a acusaciones singulares. Es la tendencia a convertir a quienes nos amenazan en enemigos de todo el colectivo del que formamos parte.

Nos protegemos de maravilla con un carnet, con una bandera, con una nacionalidad, para librarnos de una acusación que en principio solo se dirige a nosotros.

Parafraseando a Samuel Johnson, habría que decir que este tipo de victimismo, el rollo este de las causas generales, es el último refugio de los golfos.

Johnson así lo juzgaba en relación a los que se envolvían en una bandera para escaquearse de cualquier acusación fundada: “patriotism is the last refuge of a scoundrel…”, decía el genial doctor inglés.


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