Joludi Blog

Abr 30
Bartolomé.
Cada vez me fío menos de la Historia, esa colosal simplificación que generalmente no es sino una variedad de la narrativa al servicio de la propaganda política. Pensemos en De Las Casas, por ejemplo, alguien sobre el que leo a menudo...

Bartolomé.

Cada vez me fío menos de la Historia, esa colosal simplificación que generalmente no es sino una variedad de la narrativa al servicio de la propaganda política. Pensemos en De Las Casas, por ejemplo, alguien sobre el que leo a menudo últimamente. El dictamen histórico es simplemente que fue un rebelde y un humanista frente a los excesos del imperio español en América. Punto. Esto es correcto. Pero con serlo, no es ni la milésima parte de la verdadera historia.

La verdadera historia nos debería explicar el lentísimo y sutil proceso evolutivo que lleva a Las Casas a escribir la Brevissima. Las Casas fue durante mucho tiempo un voraz empresario de tierras y minas en América (sin perjuicio de su condición de clérigo). Fue beneficiario de una gran encomienda que puso a su servicio a centenares de trabajadores indios, prácticamente esclavizados. Inicialmente, todo su humanismo se limitaba a proponer que se llenase América de negros, como esclavos, para cubrir los vacíos dejados por los indios en el modelo económico.

Es poco a poco cómo Bartolomé va descubriendo la barbarie. Su propia barbarie. Y es ese sutil proceso, en sí mismo mucho más interesante, que la estación término a la que parece llegar con sus Crónicas de madurez.

De las Casas vio fascinado, de muy niño, cómo su padre se embarcaba con Colón en uno de sus viajes. A partir de ahí, sueña con América, vive para América, respira para América. Pero no encuentra su mensaje. 40 años después, ya en el Nuevo Continente, está convencido de que esa América con la que soñaba de niño está siendo destruida por la rapiña de los hombres-bestia.

Sus libros son la rebelión de alguien a quien le están quitando su infancia y sus sueños.

Es poco sabido que cuando el padre de De Las Casas vuelve de su viaje con Colón, le trae un regalo a ese hijo suyo que luego se iba alzar contra el esclavismo en el Nuevo Mundo: le trae un esclavo indio; otro niño.

El adolescente De Las Casas y el joven esclavo indio viven 2 años en Sevilla sin separarse. Luego, por razones legales, el niño esclavo es devuelto a América. A Bartolomé se le rompe el corazón.

Décadas después sabemos que busca en América a su amigo de la infancia…

Dicen que no se encontraron. Yo pienso que sí. Pero ya eran otros ambos. Oh qué tema para una novela, esa búsqueda y ese posible reencuentro desolador entre el monje y el indio, amigos de la infancia por las calles de Sevilla.

¿Cómo se puede entender la Historia, cualquier pedazo de Historia, sin conocer esas pequeñas pero fascinantes-y esenciales- historias? ¿Cómo entender la pasión de Bartolomé por América y los americanos sin tener en cuenta esta primera amistad (o ese amor) de juventud?

Ah, Historia, cuántas patrañas, cuantas simplificaciones se cometen en tu nombre…Casi tantas como en nombre de la Libertad.


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