Joludi Blog

Mayo 19
Indignarse, empeñarse.
Los jóvenes “indignados” de la Puerta del Sol son ya noticia de primera página en varios períodicos europeos, y precisamente con ese titular: “Indignados”. Perfecto. Digno significa simplemente justo. Viene del dignus latino y...

Indignarse, empeñarse.

Los jóvenes “indignados” de la Puerta del Sol son ya noticia de primera página en varios períodicos europeos, y precisamente con ese titular: “Indignados”. Perfecto. Digno significa simplemente justo. Viene del dignus latino y este del δικαιος griego. Aristóteles igualaba la dignidad a la equidad y definía la δικα como la división de algo en partes iguales.  Así que indignado no significa originalmente otra cosa sino ser víctima de la injusticia distributiva. O sea, ser víctima de un sistema socialmente injusto.
Es verdad que la idea de dignidad adquirió con el tiempo otras connotaciones, menos vinculadas a la idea de justicia y más relacionadas con la noción de status o coherencia con un rango social o moral. La razón es que los reyes y reyezuelos de origen griego que se aferraron al poder tras la epopeya alejandrina, se autodenominaban, sistemáticamente y en griego, Dikaios, Dignos. Es decir, Justos. Faltaría más. Y esa apropiación del epíteto por parte de aquellos caciques helénicos tan sedientos de majestad a la oriental fue la que hizo oscilar el significado de la palabra hacia el mundo de las formas y el protocolo. Lo digno empezó a dejar de ser lo justo para convertirse tan solo en lo socialmente apropiado. Así que no es de extrañar también que también tengamos a nuestros reyezuelos de la política intentando apoderarse lo antes posible de la palabra. “Yo también estoy indignado”, oiremos decir a los nuevos diadocos. El Poder siempre ha sabido que todo despojo debe comenzar ante todo por la rapiña del lenguaje. Las hienas sociales siempre empiezan su festín con un plato de palabras. Por eso es el momento de pasar desde la indignación al esfuerzo. Porque la indignación sirve de poco si se acaba en sí misma, en una simple palabra (o pancarta, si lo prefieres). Y por eso, el nuevo libro de Hessel, que hoy se edita en varios países, se llama así justamente: empeñaos. Porque es preciso pasar del victimismo a la acción. Esa es la verdadera dignidad. La diké no se da sin la niké. La justicia se conquista, no basta con exigirla. A empeñarse.


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