Joludi Blog

Oct 29
Dresde, Coventry y el Ave.
El 13 de Febrero de 1945, la ciudad alemana de Dresde sufrió el bombardeo de la aviación americana. Era un nucleo urbano de unos 6 kilómetros cuadrados. Sin ningún objetivo militar. Totalmente indefensa. Sobre su cielo...

Dresde, Coventry y el Ave.

El 13 de Febrero de 1945, la ciudad alemana de Dresde sufrió el bombardeo de la aviación americana. Era un nucleo urbano de unos 6 kilómetros cuadrados. Sin ningún objetivo militar. Totalmente indefensa. Sobre su cielo aparecieron  250 aviones ingleses que descargaron 800 toneladas de bombas.  Luego llegaron otros 500 aviones más que descargaron 1.800 toneladas más de explosivos, siempre sobre la población civil. Finalmente,  para rematar la faena, llegaron los aviones norteamericanos y descargaron 1.300 toneladas adicionales. Kurt Vonnegut vivió este infierno, sobrevivió milagrosamente, y lo relató en su obra “Matadero número 5”.
Con el bombardeo de Dresde, los aliados dieron la réplica al pavoroso bombardeo nazi de Coventry, en 1940, directamente inspirado en la experiencia de Guernica y que dio origen incluso a la horrible palabra “coventrización” como sinónimo de la conversión de una ciudad en una antorcha humana. (El bombardeo de Coventry pudo haber sido evitado por los ingleses, por cierto, ya que habían interceptado mensajes en clave al respecto, pero fue friamente consentido por Churchill para evitar dar pistas a los nazis sobre el descubrimiento de su código de encriptación).
Los bombardeos de Coventry, Hamburgo, Dresde, Tokyo…fueron más destructivos en términos de bajas humanas que Hiroshima y Nagasaky. Pero de algún modo, han arraigado menos en el imaginario colectivo que las dos bombas atómicas. Es comprensible pero injusto.
Ayer, viajando en el Ave a Barcelona, a la altura de Alhama de Aragon o así, yo leía unas líneas autobiográficas escritas por Freeman Dyson, un militar aliado que participó en aquellos bombardeos de Dresde. Me pareció escalofriante cuando llegué a estas palabras:
Al comienzo de la guerra, yo creía firmemente en la fraternidad de todos los hombres, y era contrario a toda forma de violencia. Después de un año me dije que no era posible practicar la no violencia contra Hitler, pero permanecí moralmente opuesto a los bombardeos. Algún año más tarde, acepté trabajar para el Comando, pero continué oponiéndome moralmente al bombardeo indiscriminado de las ciudades. Después, me dije a mí mismo que aquellos bombardeos del Comando eran justificables proque ayudaban a ganar la guerra…
No pude leer mucho más. La vista se me quedó fatalmente perdida en los neblinosos páramos aragoneses mientras el tren se deslizaba a casi 300 kilómetros por hora, en un movimiento innecesariamente rápido que  Mingote lo calificaba lúcidamente como puro despilfarro de paisaje..