Joludi Blog

Nov 15
Infinito con funghi porcini.
El pasado jueves almorcé otra vez en La Nonna (Profesor Waksman, 8). Esta vez fue con mi buen amigo Santi, que es un matemático brillante y un conversador excelso. No se qué me hizo disfrutar más. Por un lado, pienso en...

Infinito con funghi porcini.

El pasado jueves almorcé otra vez en La Nonna (Profesor Waksman, 8). Esta vez fue con mi buen amigo Santi, que es un matemático brillante y un conversador excelso. No se qué me hizo disfrutar más. Por un lado, pienso en aquellos sublimes tagliatelli con funghi porcini generosamente regados con chianti. Esta es precisamente la época en la que hay que tomar la pasta con boletus. Y, ciertamente, la forma en la que la preparan en La Nonna (los cocineros son de Bérgamo) es sencillamente insuperable.
Pero, por otro lado, durante la comida, para añadir el placer mental al del paladar, me quedé embobado escuchando a Santi hablarme apasionadamente del legendario problema matemático de la continuidad de los infinitos (uno de los 23 endiablados problemas con los que Hilbert desafió a la comunidad matemática, allá por 1900).

Oh, qué tema fascinante este de los infinitos que se trascienden a sí mismos. Oh, qué perfecto complemento para los tagliatelli al dente con setas…Es delicioso meditar sobre la osadía intelectual de los matemáticos que emulan al muñequito de Toy Story cuando decía aquello de “¡hasta el infinito y más allá!”.  En relación con ésto, Santi me habló de la famosa Hipótesis del Contínuo, que Cantor trató desesperadamente de demostrar y que virtualmente le hizo enloquecer. Cantor se atrevío a concebir diferentes niveles de infinitud. Entrevió la utilidad de imaginar infinitos que contienen a otros infinitos. Pero ahí se detuvo. Y su intuición matemática le impulsó a negar la existencia de un vertiginoso infinito de infinitos. Expresó Cantor esta convicción con esa célebre Hipótesis del Contínuo cuya demostración frustrada le martirizó durante muchos años. Tras su muerte, en 1918, fueron precisos 50 años de investigaciones profundísimas hasta que se pudo comprender por qué la Hipótesis del Contínuo había conseguido enloquecer al gran Cantor. Se demostró entonces que la continuidad de los infinitos es simplemente algo indecidible. Puede ser cierta y falsa a la vez. No podemos afirmar que haya infinitos niveles de infinitos, que forman un “continuo” similar al de los números reales. Pero tampoco podemos afirmar que no exista esa delirante continuidad de infinitos.  Ah, qué maravilla…¿No es de un fascinante y delicioso lirismo todo éste juego de espejos de los infinitos que se pliegan sobre sí mismos y nos dejan en una inexorable incertidumbre?
Alguien dijo que en una buena comida hay que evitar hablar de negocios o politica, y es preciso, llevar siempre la conversación hacia las cosas que de verdad son interesantes: arte, amor, viajes…Yo he descubierto esta semana que para disfrutar de la buena cocina italiana, no hay nada como hablar del infinito.