Joludi Blog

Nov 18
¡Yo estoy pasando por aquí!
Si me preguntan un plano memorable de la Historia del Cine, me viene a la cabeza casi siempre esa imagen de Midnight Cowboy en la que Dustin Hoffman está cruzando una calle de Nueva York y casi es atropellado por un...

¡Yo estoy pasando por aquí!

Si me preguntan un plano memorable de la Historia del Cine, me viene a la cabeza casi siempre esa imagen de Midnight Cowboy en la que Dustin Hoffman está cruzando una calle de Nueva York y casi es atropellado por un taxista, que recibe de Hoffman la oportuna sarta de improperios y golpes en el capot. Es genial.
Pero, ¿por qué esta escena es tan memorable?
Yo creo que es porque en su sencillez casi irrelevante, esconde un tesoro de perfección y significado. Se podría escribir mucho sobre lo que transmite ese momento mágico en el que el pobre infeliz de Rizzo hace valer su último, residual derecho a “existir” (al menos a existir, a “pasar por ahí”, que es lo único que le han dejado). Y a ejercerlo ante el  brutal taxista que le acomete, mientras exclama indignado la legendaria frase “I am walkin’ here!” ¡Eh, que estoy pasando por aquí!.
Rizzo, su cojera, el taxista sin rostro, la inhumana ciudad, todo tiene una carga simbólica tan rica…
Lo curioso es que durante un tiempo, se pensó que esa escena magistral se rodó casualmente. Que no estaba en el guión. Eso explicaba en parte su chocante verosimilitud.  Se decía que el taxista que casi atropella a Hoffman era real, no un actor. La escena no formaría parte del rodaje previsto. Sin embargo, el productor de la película, Jerome Hellman, ha explicado recientemente que se trata de una leyenda urbana. Una lástima. Era una explicación tan bonita de la magia de la escena…
Para compensar, lo que si es cierto, y no menos curioso, es que Hoffman consiguió el papel tras una cita con un ejecutivo de la productora que estaba entrevistando a posibles protagonistas. Hoffman le pidió al ejecutivo que le recogiese en una esquina de Manhattan, a una hora determinada. Allí estuvo, el encorbatado ejecutivo, en pie, durante un buen rato, esperando a un Hoffman que parecía haber olvidado la cita. Hasta que un pobre mendigo que estaba a su lado, reclinado en la pared y con un cartón a sus pies, se levantó y se identificó como Dustin Hoffman, probando así que podría dar vida al papel. No consta si el directivo había dado una limosna al mendigo. Posiblemente no. Hay cosas que ni siquiera un actor de primera clase puede conseguir.