Shakespeare es profundamente misógino. En Romeo y Julieta, los dos amantes apenas están juntos unas cuantas decenas de versos. No más de 40 o 50. Entre 4.000. Muy poco para una historia de amor.
Quizá, además de la misoginia, también exista una razón social o jurídica. En el teatro Isabelino estaba virtualmente prohibido que las mujeres fuesen actrices. Los papeles femeninos los interpretaban muchachos. Y cantaba mucho.