Joludi Blog

Ene 15
Arte y sexo.
Diez años después de publicar el Origen de las Especies, Darwin publicó una segunda obra no menos trascendental que la primera, aunque se hable menos de ella: The Descent of Man and Selection in Relation To Sex. En esta obra, Darwin...

Arte y sexo.

Diez años después de publicar el Origen de las Especies, Darwin publicó una segunda obra no menos trascendental que la primera, aunque se hable menos de ella: The Descent of Man and Selection in Relation To Sex. En esta obra, Darwin profundiza en la idea de que lo que de verdad gobierna la naturaleza no es tanto la lucha por la supervivencia del individuo como el impulso del individuo por propagar sus propios genes en nuevas generaciones. Hasta cierto punto hay una lógica profunda en ésto. Si no fuese así, las especies acabarían desapareciendo muy pronto. Y no es el caso.
Este planteamiento hace que, desde la perspectiva darwinista, cuando se observa en la Naturaleza un comportamiento repetido (universal), costoso (en términos calóricos) y de alguna manera sin una utilidad o resultado práctico, normalmente estamos ante alguna pauta relacionada con la reproducción sexual.
Pongamos un ejemplo, existen unas aves en Papúa parecidas a los cuervos cuyos machos construyen inmensos nidos cuidadosamente decorados. Esos espectaculares nidos, que son verdaderas casitas de muñecas, exigen un enorme esfuerzo calórico a estas aves, parecen totalmente superfluos y son una pauta constante en todos los machos de este tipo de aves. Es decir, satisfacen las tres premisas mencionadas en el párrafo anterior.
Ante este tipo de comportamientos, el biólogo darwinista sospecha. Se malicia que detrás de este comportamiento complejo, superfluo y repetido tiene que haber algo relacionadocon el sexo.
Y así es. Estos gigantescos nidos decoradísimos del bowerbird se construyen sobre todo para atraer a las hembras. Estas acuden solo a los nidos más bonitos y descomunales, asumiendo que los genes de su constructor son los mejores. Una vez se produce el apareamiento, la hembra desaparece completamente de la vida del constructor (al estilo de las amantes de Picasso, más o menos).
Naturalmente, si pudiésemos entrevistar a estos pájaros, y les preguntásemos por qué hacen esos nidos tan monumentales, nos darían toda clase de explicaciones de tipo artístico. Hablarían de autoexpresión, de un impulso irresistible hacia la creación y la belleza. Y cosas así. Pero la realidad es que todo ese esfuerzo tiene un origen reproductivo.
Siguiendo esta línea de pensamiento, hay biólogos y antropólogos que sostienen que muchas de las actividades complejas del ser humano también encajan, en última instancia, en esta categoría reproductiva, aunque nos parezca absurdo. Se piensa, por ejemplo, que el arte, la música, la danza, y muy especialmente el canto, son, en esencia, puras pautas reproductivas.
Desde este planteamiento radical, cuando por ejemplo Maria Callas canta Casta Diva y nos pone los pelos de punta, está realizando una conducta eminentemente reproductiva, aunque decir eso parezca un verdadero sacrilegio. Suena a boutade reduccionista, pero tiene una lógica profunda.
Y teniendo en cuenta que según parece, con esa canción la Callas dejó rendidamente enamorado a Onassis, uno piensa que a lo mejor no es tan absurdo el enfoque…