
Razón económica.
Durante siglos, los marineros murieron, sin saberlo, a causa de la deficiencia en vitamina C. En 1754, un médico escocés descubrió empíricamente que el consumo de limones podría evitarlo. En 1795, el Almirantazgo ordenó que los barcos ingleses llevasen siempre una provisión de limones españoles para evitar el mal. Sin embargo, en 1850, los limones se sustituyeron por limas, ya que a alguna lumbrera de la administración británica se le debió ocurrir que era mejor comprar limas a los cultivadores de las colonias británicas del Caribe que a los comerciantes de frutas españoles. El resultado es que las muertes por escorbuto volvieron, y con más fuerza. Aunque, eso sí, la balanza exterior británica mejoró resultados por el importe de unas cuantas cajas de limones mediterráneos.