Joludi Blog

Ene 23
Períodicos con alma, webs desalmadas.
El grupo editor de El País ha decidido anteayer dar un cambio de rumbo y reorganizar sus unidades. Ahora se dispone a crear una plataforma central de producción de noticias. Una plataforma que “alimentará” tanto...

Períodicos con alma, webs desalmadas.

El grupo editor de El País ha decidido anteayer dar un cambio de rumbo y reorganizar sus unidades. Ahora se dispone a crear una plataforma central de producción de noticias. Una plataforma que “alimentará” tanto a la edición impresa como a la edición on line.  
Con esta decisión, en la práctica, el periódico de pápel y tinta deja de tener un protagonismo especial en la empresa y se convierte simplemente en un canal más de “volcado” de información. A la misma altura, como máximo, que el sitio de internet.
Es una decisión que no carece de consecuencias. Y no me parecen buenas.
Un periódico de papel y tinta es mucho más que un página de internet. 
Un periódico de papel y tinta es una determinada toma de posición sobre la sociedad y la vida. Una forma de ver el mundo.
Una página de internet, aunque pertenezca al mismo grupo editorial, tiende a ser simplemente un “grifo” que proporciona noticias. Todas las posibles.
Hay un mundo de diferencia. El medio, como siempre, es el mensaje.
Un periódico es es algo muy costoso y muy difícil de hacer. Tiene limitaciones de espacio y de coste. Cuenta tanto lo que se dice como lo que no se dice. Cuenta tanto lo que se dice como la forma y el “peso relativo” con el que se dice. Cuenta tanto lo que se dice hoy, como la coherencia de lo que se dice hoy respecto a lo que se decía el mes pasado o lo que se va a decir el mes que viene. Y sobre todo, un periódico de papel exige un compromiso de compra por parte de los lectores. Un compromiso que se renueva cada día. Y eso a su vez coloca en una situación de necesaria, imprescindible complicidad ideológica a los editores del diario.
Por el contrario, en una página web informativa, tiende a no existir el componente editorial. No se percibe, de un vistazo, el planteamiento de compromiso de los editores. No hay una adecuada categorización de las noticias. No se requiere el mismo nivel de coherencia entre lo que se dice hoy y lo que se dijo ayer. La información está menos seleccionada, la opinión menos formada, el contenido menos elaborado y estructurado, la fidelización de la audiencia atenuada (pensemos en los lectores RSS…)
Por eso, un periódico en papel tiene necesariamente alma. Una página web, usualmente no. Un periódico en papel es un edificio donde se refugian las ideas y las convicciones. Una página web es simplememente la carretera de circunvalación de las noticias.
Y la cuestión está en saber si interesa a los ciudadanos, si interesa a la democracia, disponer de periódicos que construyan las noticias desde el palpitar de un alma o el latido de una conciencia, o simplemente que las “descarguen” a través de una máquina indiscriminada en donde una noticia tiende a ser esencialmente igual que la otra. La cuestión etá en saber si interesan periódicos con alma o si interesan meras páginas web desalmadas atiborradas de noticias irrelevantes o de publicación improcedente.
En mi opinión, para que una democracia sea tal, hacen falta ciudadanos que no estén solamente expuestos al flujo brutal de un caudal ilimitado e indiscriminado de información, sino más bien ciudadanos enriquecidos con el análisis y la toma de postura selectiva que solo los periódicos de papel han sabido ofrecer hasta el momento.
Si los periódicos de papel se rinden ante la diabólica presión “on line”, los derrotados seremos los ciudadanos. Y la democracia. 
Y, no se por qué, me parece que la decisión de El País es un paso más en esa rendición generalizada de la prensa escrita frente a la pujanza de la pantalla. Está ocurriendo en todo el muno. Y sobrecoge.