
Dos Errores.
Una leyenda judía, muy poco conocida, dice que la naturaleza ambivalente del ser humano, que es a veces ángel y es a veces diablo, proviene de la única ocasión en que Dios cometió dos errores consecutivos.
Parece ser que el primer error divino fue situar el Cielo justo encima de la Tierra. Era obvio que se producirían celos y envidias entre ambos. Debió haber buscado otra disposición. Pero en el principio de los Tiempos incluso Dios metía la pata a menudo.
Para enmendar el error, Dios caviló y caviló. Y al cabo de un tiempo decidió que la mejor manera de solucionar las rencillas entre cielo y tierra sería repartir un buen regalo entre las dos partes. Entonces, creó al hombre, pero formando su cuerpo de barro y su alma de luz de estrellas.
Pero ocurrió que Cielo y Tierra nunca se conformaron con el reparto. Cada una de las partes lo quería todo de esta nueva y prometedora criatura.
Y las rencillas jamás han cesado. La Tierra se queja a menudo de la naturaleza inequívocamente angelical del hombre, y muestra su cólera con toda clase de seismos y erupciones. El Cielo hace lo propio enviando a la tierra tempestades y huracanes tan pronto comprueba que el hombre sigue siendo pobre barro en su mayor parte.
Y mientras tanto, el Hombre vive escindido, dividido entre el Cielo y la Tierra, sin saber muy bien a qué mundo pertenece; y sin conocer que su desgracia es solo el fruto fatal de un doble error divino cometido al principio de los Tiempos.