Joludi Blog

Ene 27
Lactatio Bernardi.
Bernardo de Claraval era un tipo listo como los ratones colorados. Manejó a su antojo la Iglesia de su tiempo. Ponía y quitaba Papas. Organizaba Cruzadas. Y se sacó de la ancha manga de su hábito cisterciense el tinglado genial de...

Lactatio Bernardi.

Bernardo de Claraval era un tipo listo como los ratones colorados. Manejó a su antojo la Iglesia de su tiempo. Ponía y quitaba Papas. Organizaba Cruzadas. Y se sacó de la ancha manga de su hábito cisterciense el tinglado genial de Cluny, que marcaría para siempre la historia del continente europeo. Su capacidad para la manipulación de los hombres era prodigiosa. Yo estoy seguro de que Escrivá de Balaguer tomó cuidadosamente por modelo a este personaje sin escrúpulos pero fabulosamente eficiente en lo organizativo. En cierto modo, el Opus es el Cluny del siglo XX.
Pero Bernardo aún no ha sido estudiado suficientemente, me parece a mí. Ahí tienen mucho campo los psicoanalistas. Deben estudiar no solo la obsesión de Bernardo por relanzar a toda costa el culto mariano, quizá con el sabio propósito de permitir un ámbito de sublimación sexual a los pobres monjes reformados. Deben los psicoanalistas también analizar algunos de los milagros de San Bernardo, que no tienen desperdicio. El más divertido es el del chorrito de leche que salió de los pechos de una estatua de la Virgen María. El blanco líquido llegó, con buena presión, hasta los labios, los ojos y el cuerpo de San Bernardo, que estaba sufriendo de una infección en la piel. Y lógicamente, se curó. Milagro, sin duda.
Es curioso que este milagro tan sumamente interesante no sea muy conocido en nuestro tiempo, salvo en círculos reducidos y más bien como símbolo del arte sacro-erótico, digámoslo así. Pero en los siglos pasados, la Lactatio Bernardi (que no es sino un exponenente más de un tema bastante habitual en la hagiografía), era uno de los temas favoritos de los pintores. El chorrito de Bernardo fascinó a Bellegambe, Alonso Cano (en la imagen), Juan Correa, Antonio Peris, Joos Van Cleve, Juan de las Roelas, Juan Carreño y el valenciano Maestro de Borbotó.