Adolescencia.
Hoy publican los periódicos un interesante estudio sociológico sobre la juventud española. Uno de los datos que aporta la investigación es la llamada prolongación de la adolescencia, como consecuencia del nuevo entorno socioeconómico y las dificultades laborales.
Yo tengo dos hijas adolescentes. Y una de ellas, la menor, me hizo una curiosa pregunta el otro día:
–¿Para qué sirve la adolescencia?
Me pareció una pregunta buenísima. Porque en realidad, no se entiende bien por qué nuestra especie se empeña en mantener, milenio tras milenio esta fase un tanto incómoda y enfermiza de la vida (adolescencia sugiere convalecencia, pero en realidad, como me indica sabiamente un amable lector llamado “colores nevados”, viene de ad-oleo, esto es de “seguir creciendo”, aunque habla de un crecimiento “ardoroso”, “crítico”, pues “oleo” es crepitar, el chisporrotear de un fuego sagrado que se expande y consume el aceite con el que lo alimentamos..)..Incluso se alarga la adolescencia, a juzgar de lo que dicen esta mañana los diarios. ¿Por qué esta anomalía, siendo así que no sería difícil concebir que el desarrollo evolutivo hubiese cancelado progresivamente este período tan conflictivo?
Debe haber por lo tanto una razón. Y quizá la clave la tenga David Brainbridge, que ha elaborado un interesante estudio sobre la adolescencia. Sostiene Brainbridge que la adolescencia es un invento de unos 800.000 años de antigüedad, antropológicamente hablando. La especie se saca de la manga esta fase rebelde y creativa de la biografía individual por una razón muy específica: mejorar la adaptación a los nuevos desafíos de la realidad. Para Bainbridge, es justamente el fenómeno de la adolescencia el que permite que una generación avance sobre la anterior.
Estoy de acuerdo. Y me parece que en cierto modo, todos los grandes avances de la Humanidad se han producido gracias a gentes que, de alguna manera, no habían salido de su adolescencia. O al menos tenían la rebeldía y la creatividad de los adolescentes.
En todo caso, el enfoque de Bainbridge servirá de consuelo a tantos atribulados padres de adolescentes. Se puede ver la parte positiva del tema, por qué no.
