Joludi Blog

Feb 25
La Gran Campana y el Viento Celestial.
“Una leyenda china cuenta que hace muchos, muchísimos años el Señor del Cielo ordenó a los hombres que fabricasen la primera campana, para alegrar sus divinos oidos, tan aburridos de escuchar las querellas...

La Gran Campana y el Viento Celestial.

“Una leyenda china cuenta que hace muchos, muchísimos años el Señor del Cielo ordenó a los hombres que fabricasen la primera campana, para alegrar sus divinos oidos, tan aburridos de escuchar las querellas humanas.
Un herrero fue el primero en escuchar la orden y la interpretó fabricando un gran vaso de metal en el que se pudiesen recoger los sonidos más bellos de la naturaleza, tal como se regoge el agua del arroyo en una taza de porcelana transparente.
Pero antes de que el herrero pudiese ofrecer su trabajo al Señor del Cielo, llegaron muchas gentes que se sentían celosas de que ese pobre infeliz fuese quien se llevase el mérito de cumplir las órdenes divinas.
Carpinteros, floristas, tejedores…todos quisieron enriquecer la campana con su personal aportación. La llenaron de toda clase de añadidos.
Y cuando trataron de hacerla sonar, no sonaba.
El Señor del Cielo estaba furioso. Y les dio a los hombres tres días más para cumplir sus deseos. “Temblad y obedeced”, les dijo.
Entonces aún vinieron más gentes para hacer enriquecer la campana. Añadieron diamantes y figuritas de oro. Incrustaron piezas de cerámica y tallas de maderas preciosas. Cubrieron de nacar y marfil la superficie.
Pero la campana seguía sin sonar. Aún menos que antes.
Se cumplieron los tres días que había dejado de plazo el Señor del Cielo. Y entonces, llenos de pánico, todos aquellos artesanos que habían venido a enriquecer la campana del herrero huyeron a refugiarse a sus lugares de origen, por miedo a la cólera divina.
Entonces, el Señor del Cielo, furioso por no recibir su regalo, lanzó un vendaval terrible.  El viento se llevó todos los diamantes, las figuritas de porcelana, las tallas de maderas preciosas, las telas, el nacar, el marfil y cuantas cosas se habían añadido a la campana del herrero.
Hasta que quedó tal y como había salido de la fragua.
Y el viento celestial, que siguió soplando, cada vez con más fuerza, acabó por mover la campana.
Fue el primer tañir de campana de la Historia. Y al Señor del Cielo le gustó tanto, que el viento dejó de soplar.
Los sabios chinos dicen que esta es la razón por la que la palabra que se utiliza para referirse a una campana–fung hoang–es también la misma expresión que se usa en chino para describir el camino de la sabiduría de la sencillez y el desprendimiento.”