Una vieja amiga me insistía mucho en que ella había tenido una experiencia extracorporal. Es decir, que en una ocasión al menos, había “salido” de su cuerpo y viajado por encima de la ciudad, como un diablo cojuelo. A mí me dejaba perplejo esa convicción. No era cierto, por supuesto, pero ella no mentía. Ramachandran y otros neurocientíficos han demostrado que es relativamente fácil inducir químicamente experiencias extracorporales. Por ejemplo mediante la ketamina. Y ya sabemos que lo que una droga puede conseguir, frecuentemente también está al alcance del cerebro solito.