Joludi Blog

Jul 6
YO.
Una buena prueba del patológico narcisismo del mundo en el que vivimos es el móvil que han lanzado los de Amazon. Su singularidad tecnológica radica en el hecho de que ha sido diseñado principalmente (con sus cuatro cámaras) para hacernos mejores...

YO.

Una buena prueba del patológico narcisismo del mundo en el que vivimos es el móvil que han lanzado los de Amazon. Su singularidad tecnológica radica en el hecho de que ha sido diseñado principalmente (con sus cuatro cámaras) para hacernos mejores selfies. Fascinante. La tecnología al servicio de mirarnos y admirarnos mejor en todo cuanto tenemos de admirable. Es el mismísimo relato que nos cuenta Ovidio, el fascinante mira mirabilis del pobre idiota Narciso que muere mirándose a sí mismo y admirando cuanto de admirable cree ver en sí.

“Aquí, nuestro joven, exhausto por el entusiasmo del cazador

Y sofocado por el calor estival,

Se recuesta, cautivado por el aspecto del lugar y del manantial.

Bebe, y mientras lo hace, queda atrapado

Por la imagen que contempla reflejada.

Se enamora de esa imagen sin cuerpo,

Piensa que es materia lo que es tan solo sombra,

Estupefacto se mira a sí mismo.

Queda inmóvil, cual estatua de mármol de Paros.

Contempla sus dos ojos como si fuesen dos estrellas,

Mira sus cabellos que juzga dignos de Baco y de Apolo,

Y sus mejillas afeitadas, y su cuello de marfil, y su bella boca,

Y el color sonrosado de su piel mezclado con la blancura de nieve

Y admira todas las cosas que en sí mismo cree admirables…”


Nuestro mundo se ha quedado sin pasado (porque lo ignoramos o lo despreciamos) y sin futuro (porque lo tememos). Solo nos queda el presente. Y en el presente solo nos tenemos a nosotros mismos, a nuestros selfies, a nuestros gimnasios, a nuestro consumismo materialista y pueril, a nuestro twitter, mediante el que pretendemos expresar patéticamente nuestra identidad, como el pajarito que trina y trina (la última declinación o variante de Twitter es un servicio a través del cual los usuarios postean tan solo una palabra; tiene el significativo nombre de “YO”.

Es el paroxismo de un narcisismo patológico y letal; el narcisismo de un hombre empequeñecido, egoista y encerrado en sí mismo, mirándose permanentemente en los mil y un espejos que le ofrece la tecnología.

Espejos…es curioso y significativo que el concepto de espejo como algo que permite mirarnos a nosotros mismos sea relativamente moderno. 

En la Antigüedad el espejo era en esencia algo para mirar al prójimo, por extraño que parezca. O más bien para espiar al prójimo, como nos revela la etimología latina de la palabra. O la palabra que usaban los griegos para referirse a los espejos: “kathoptron”, lo que nos permite mirar más allá. Los espejos, entre los antiguos, servían para mirar más allá, sí. Para ver al otro sin ser vistos. O incluso para vencer a los monstruos, como hace Perseo cuando se enfrenta a la Górgona mirándola a través de un espejo de bronce, gracias al cuál no perece por la mirada mortífera de la terrible criatura. Pero nosotros nos hemos quedado sin héroes. Y nuestros espejos no sirven para vencer a ninguna Górgona, sino para mirarnos a nosotros mismos, en estéril y letal contemplación.


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