Es afortunada la denominación snack culture, que se está imponiendo, para definir esta irresistible tendencia de nuestro tiempo a rechazar cualquier formato de presentación de información (ya sea cultura, noticias, ideas…) que no sea como una patata frita, es decir, breve, simple y mayormente irrelevante. Desde los tweets de 140 caracteres que inundan la ciberesfera (ciberesfera, otro término afortunado, aunque ya tiene varios decenios de antigüedad) a los videos de YouTube de menos de un minuto, que son vistos por millones. Snack Culture, sí. Ciberesfera de las patatas fritas. Y yo me empeño pese a todo en no usar Tweetter y en escribir posts larguísimos y enjundiosos (supongo) que o son ilegibles o nadie lee. O ambas cosas. Quizá sea porque a veces siento nostalgia de las comidas de verdad, ya se sabe, dos platos y postre.Y no me conformo con la condenada patata frita. Que además no es de patata.