Los estados mentales son contagiosos. Más que el Ebola. Cada día se añaden nuevos items al elenco de lo que se va transmitiendo de unas almas a otras.
Los psicólogos ya han demostrado hace tiempo que la melancolía se contagia a poco que te descuides.
Ahora han probado que lo que se contagia también, y de qué forma, es el stress (Psychoneuroendocrinolgy, vol XLV, 2014).
Quizá esto explica la epidemia rampante de ansiedad y tristeza.
Pero veámoslo desde el lado positivo. Lo podemos considerar como una prueba de nuestra fascinante capacidad para empatizar con el otro.
Y además, siempre podemos aspirar a que algún día entre en juego una epidemia de felicidad que neutralice tanto stress y tanta amargura sin demasiado por qué.