En esencia, gobernar es transferir riqueza de un lado a otro. Y esa transferencia puede adoptar muchas formas. De los propietarios a los que no tienen nada, por ejemplo. O viceversa. De los empleados que cobran nóminas a los que rentistas que disponen de cierto patrimonio. O viceversa. De los funcionarios a los accionistas de entidades financieras. O viceversa. De los obreros a los consejos de administración. O viceversa. De los hospitales a los bancos. O viceversa.
Y dicho esto, párate a pensar qué tipo de transferencias de riquezas están teniendo lugar a tu alrededor en los últimos años.