Mi amiga Libe no me cree cuando le digo que la esperanza era para los griegos sabios un vicio, tanto como una virtud. Para demostrarle mi argumento me limito a pedirle que reflexione sobre si es o no verdad que, a menudo, no hay nada más liberador que abandonar toda esperanza. También sirve conocer en detalle el mito de Pandora en sus diferentes versiones, la de Hesíodo y la de Teognis. Y el significativo detalle de que en el mito, la esperanza se queda justo en el borde. Ni dentro ni fuera. Nos queda la esperanza, sí. Pero es porque estamos condenados a ella.