Joludi Blog

Oct 28
Lo sublime y lo ridículo
Se atribuye a Bonaparte la lúcida idea según la cual “de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso” . Esto es muy cierto, y es algo que no puede menos de venir a la cabeza viendo los acontecimientos políticos de...

Lo sublime y lo ridículo

Se atribuye a Bonaparte la lúcida idea según la cual “de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso” . Esto es muy cierto, y es algo que no puede menos de venir a la cabeza viendo los acontecimientos políticos de nuestros días, cuando contemplamos a quienes creyendo estar tocando épicamente el cielo, están ofreciendo tan solo un espectáculo ridículo de contradiccion, impotencia y cerrazón.
Esa proximidad entre lo sublime y lo ridículo tiene incluso un fundamento etimológico. La tradición nos ofrece una doble explicación de la palabra. Se nos dice que lo sublime puede ser aquello que está más allá de los límites celestes (super limine), o bien aquello que está por debajo del barro (sub limo). No queda claro entonces si lo sublime es lo que está a nuestros pies o lo que está sobre nuestras cabezas…
Pero la opción más verosímil,  según parece, es que sublime tenga que ver con el adjetivo limus, que significa oblicuo. Entonces, lo sublime sería aquello que se sitúa en una línea diagonal de elevación hacia lo alto…o de descenso hacia lo bajo.
Es muy interesante esta triple interpretación etimológica, porque nos alerta de una profunda verdad igualmente impregnada de luminosa etimología. El homo es humus, barro, tierra, lo que nos hace criaturas permanentemente amenazadas por la vileza y el error. Pero el hombre es también anthropos, es decir, literalmente, el que mira hacia arriba, tal como glosaba Ovidio, que atribuía a los humanos el exclusivo privilegio de contemplar el firmamento, dada su posición erguida (Galeno por cierto se burlaba de esta idea señalando que el pez rata o pejesapo, el uranoscopus scaber, debería tener aún más honores que el hombre, puesto que los dos ojos de este pez miran permanentemente hacia lo  alto…)
En fin, digamos que el alma de la palabra le da también la razón a Napoleón: “du sublime au ridicule il n’y a qu’un pas”. Es el paso que puede dar quien se encuentra en algún punto del plano inclinado y puede dar un paso que acaso le lleve a la gloria, o tal vez, las más de las veces, al oprobio. Tenemos ejemplos recientes de esto último.


  1. wfosbery ha reblogueado esto desde joludi
  2. joludi ha publicado esto