El termostato.
En 1978, un grupo de psicólogos de la Universidad de Illinois realizó un estudio sobre dos grupos humanos bien diferentes: ganadores de la lotería y víctimas de recientes accidentes de automóvil con consecuencia de paraplejia. Los resultados, publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, fueron totalmente inesperados. Se constató que los niveles de felicidad en los dos grupos eran totalmente similares y no muy diferentes del un tercer grupo de control configurado a partir de residentes en Illinois seleccionados aleatoriamente por teléfono.
Según parece, nuestra felicidad o infelicidad depende, sí, de los grandes golpes de fortuna o eventos desgraciados. Pero solo durante un breve período posterior al acontecimiento en cuestión. Al cabo de unos meses, tal vez no más de tres, volvemos a nuestro estado anterior de felicidad.
Es como si cada uno tuviésemos un termostato de la dicha. Un climatizador de la felicidad. O de la infelicidad.
