Joludi Blog

Nov 21
Contigo pan y… ¿cebolla?
¿Qué es lo que está subiendo más de precio en estos meses de rabiosa inflación? ¿La carne de ternera? ¿La gasolina? ¿Los lácteos?
No. Lo que está subiendo una barbaridad es…la cebolla.
Si. Una humilde cebolla cuesta en estos...

Contigo pan y… ¿cebolla?

¿Qué es lo que está subiendo más de precio en estos meses de rabiosa inflación? ¿La carne de ternera? ¿La gasolina? ¿Los lácteos?

No. Lo que está subiendo una barbaridad es…la cebolla.

Si. Una humilde cebolla cuesta en estos momentos un 22% más cara que el año pasado por estas fechas. Y eso que en España somos la novena potencia industrial cebollera, que ya es decir.

Como la cosa siga así, la antaño humilde cebolla lleva camino de convertirse en un artículo de lujo. Se servirá en finísimas láminas en los buenos restaurantes, decorando el mejor foie gras o sirviendo de exquisito contenedor comestible para el más delicioso caviar beluga.

Habrá que cambiar entonces el enfoque hacia la hasta ahora asequible para todos cebolla, que tanta hambre ha aliviado en nuestra historia (yo aún me emociono, sistemáticamente, cuando leo la Nana de la Cebolla, de Miguel Hernández escrito desde la gélida prisión por el poeta y dedicado a su hijo recién nacido).

Pero las cosas, en relación con la problemática de la cebolla, pueden empeorar. Siempre pueden empeorar, he ahí una ley universal que también se aplica a esta humilde hortaliza.

Porque ayer me enteré de que se puede usar perfectamente una cebolla para cargar el Ipod, a partir de los electrolitos generados por el vegetal. Hay un vídeo que lo explica perfectamente. Basta una cebolla, un poco del refresco Gatorade y un destornillador. Eso es todo. ¡Es genial! ¡MacGyver en estado puro!

Pero como se divulge el sistema este del “cebocargador”, las cebollas se van a poner aún más por las nubes.

Y es una pena porque yo soy de los que considero que el mundo se divide también entre gente que aprecia la cebolla y gente que la odia. Por lo general, yo desconfío de los últimos.

Los que no pueden aguantar la cebolla son como aquellos que prefieren los bocadillos a la sopa. Tienden a ser gente de mal vivir. Lo tengo dicho y lo tengo comprobado.